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Despedida Solemne

Despedida solemne

LAURA JOVER     DIC. 15, 2019

El pasado miércoles 11 de diciembre tuvo lugar en el Palau el tercer concierto del ciclo BCN Clàssics con obras de Mozart y Beethoven e invitados de primera categoría.

La primera parte la protagonizó el clarinetista Martin Fröst. Con un gusto y delicadeza exquisitos llevó el concierto para clarinete de Mozart a su máxima expresión, dejando al público sin respiración en momentos tan especiales como la cadencia, delicada y etérea, del segundo movimiento. El prestigioso solista utilizó el clarinete de bassetto, el instrumento para el que Mozart escribió el concierto originalmente, que gracias a la extensión del registro grave le permitió una mayor expresividad y un fraseo todavía más amplio, además de enriquecer el sonido de un instrumento que controla al máximo. Tras una larga ovación, Fröst pidió un pedal de Re a los bajos de la orquesta de Cadaqués para improvisar sobre el tema de Nat King Cole “Nature boy”. Con éste bis, el clarinetista optó por huir del alarde técnico en el que caen muchos virtuosos y mostrarnos en cambio una faceta más de su carrera: la improvisación y el jazz. El toque final fue la cita del mismo Nat King Cole que hizo antes de empezar: “The greatest thing you’ll ever learn is just to love”.

La Orquesta de Cadaqués demostró un dominio total del concierto de Mozart con su elegante acompañamiento, pero el auténtico reto llegó a la segunda parte, cuando Gianandrea Noseda se enfrentó a la colosal Misa Solemnis de Beethoven. Llena de influencias de los grandes maestros anteriores a Beethoven (Bach, Haendel, Haydn Palestrina) pero con una carga mucho más trascendental, se trata de una obra de máxima exigencia a todos los niveles. La intensidad que domina los casi 90 minutos de música situó al coro estatal de Letonia en tesituras vertiginosas que supo aguantar con aplomo y seguridad, sin perder su sonido corpulento y sólido. No menos difícil era la tarea para los cuatro solistas vocales: Ricarda Merbeth, soprano; Olesya Petrova, mezzo; Josep Bros, tenor; y Steven Humes, bajo. Cada una de sus intervenciones individuales como respuesta a la masa coral pasaron directas a través del grueso de la orquesta con expresión y  personalidad, si bien en los momentos más camerístico del cuarteto dicha personalidad no permitió un timbre del todo homogéneo. Sin embargo, la intensidad punzante de Ricarda Merbeth, la calidez de la mezzo Petrova, la resonancia de Bros y la nitidez de Humes demostraron ser una magnífica combinación que dio lugar a un resultado delicioso.

Al final del concierto iniciaron unos aplausos tímidos, quizás abrumados todavía por un Agnus Dei desesperado, o saboreando tal vez el elevado solo de violín del Benedictus. O quizás todavía deseando un segundo bis de Fröst. Sea como sea, fueron creciendo hasta ser la calurosa despedida que merece la Orquesta de Cadaqués, que actuaba por última vez en el Palau antes del descanso indefinido que anunciaron hace semanas tras 30 años de una gran tarea.

bcnclassics.cat

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