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Luces Cercanas

Luces cercanas

© Koen Bross

CARLOS GARCIA RECHE     FEB. 6, 2019

El segundo capítulo del Festival Llums d’Antiga tuvo lugar en la gótica Basílica de Santa Maria del Pi, uno de los emplazamientos más idóneos para rendirse al arte primigenio del ars nova y del Renacimiento. Como en veladas anteriores del festival, la arquitectura y la música parecen fundirse en un solo arte o, como mínimo, estar más cerca la una de la otra. Así lo debió sentir el numeroso público que casi llenó la bancada del templo el pasado jueves 6 de febrero, que asistió al concierto de Graindelavoix, dirigido por Björn Schmelzer a través de los orígenes del desarrollo de la polifonía. La propuesta de Graindelavoix pasaba por recorrer la Francia de Guillaume de Machaut (1300 – 1377), con su famosa Misa de Nostre Dame; a la Bélgica de Johannes Ciconia (1370 – 1412) y Jacob Obrecht (1457 – 1505); con parada obligatoria en la Italia de Carlo Gesualdo (1566 – 1613). Otro acierto en el guion fue la variedad de géneros de las obras cantadas, desde lo religioso como la misa o el motete, al profano como el rondeau o el madrigal, huyendo de una monotonía que a simple vista (u oído) puede parecer inminente debido a unas características y limitaciones de un estilo difícil y minoritario.

Aunque si por algo se caracteriza Granindelavoix, además de sus excelentes interpretaciones, es por la personalidad de su conjunto, a cuyos miembros es habitual verlos interpretar en ropa informal y en actitud distendida y cercana. Si bien la formación, originaria de Amberes, Bélgica, destacó en 2006 con la grabación de la Misa Caput de Johannes Ockeghem, no le ha costado mucho especializarse más y más en el repertorio de la escuela francoflamenca de finales del siglo XIV y mediados del XV, que alcanzaría su mayor esplendor con Jacob Obrecht y Desprez a principios del XVI. Aunque es cada vez más habitual toparse con actuaciones musicales en basílicas o iglesias, Graindelavoix acostumbra a decantarse por formatos cercanos al público, incluyendo puestas en escena “sin escenario” y rehusar del altar, interpretando a escasos metros de los asistentes. La propuesta de Schmelzer tiene que ver obviamente con la intención de transmitir proximidad y favorecer la recepción de los oyentes. Durante el concierto, fue común ver rotar a los cantantes después de cada pieza aportando vitalidad y variedad.

© Koen Bross

EN PENUMBRA

En casi oscuridad total, salvo por cuatro luces situadas en el “escenario”, la basílica empezó a resonar con la cristalina misa de Machaut, una de las obras maestras de la polifonía medieval. No fue ésta sin embargo la mejor interpretación del repertorio, que mejoró con la contemplativa y humeante Fuemaux fume, joya del ars subtilior del misterioso compositor Solage (¿? – 1460?) cuya voz y pensamientos parecieron invocarse cual espíritu desde la penumbra. Se añadieron las únicas dos sopranos en Le ray au soleyl de Ciconia en una interpretación que arrancó algún que otro aplauso espontáneo. Otras delicias de la primera parte fueron Science n’a n’ul annemi de Matheus de Sancto Johanne (1370 – 1412) por la rareza de sus armonías y por supuesto, Salve Regina de Obrecht la más larga de la primera mitad, peculiar por sus cambios de textura donde Schmelzer se mostró especialmente implicado en la dirección.

Tras la pausa llegaron el melismático Sanctus de la misa Ave Maria de Thomas Ashwell (1478 – 1527?) y el amabale Agnus Dei de Antoine Brumel (1460 – 1510) en dos de las más plenas interpretaciones de la tarde. Tras una solemne y emotiva Media Vita in morte sumus llegaron los platos fuertes. El primero se trataba del fantástico madrigal Se ben il duol de Cipriano de Rore (1515 – 1565), una muestra visionaria de la aplicación del cromatismo que si bien no resulta tan extrema como la de Gesualdo en sus últimos madrigales (más de medio siglo despúes), sí que alcanza una retórica estremecedora.  Precisamente con dos fragmentos de responsorio firmados por el príncipe de Venosa Graindelavoix terminaba su recital, incidiendo en el catálogo tal vez más inexplorado de Gesualdo en el que los de Schmelzer estuvieron particularmente inspirados. El público ovacionó especialmente estas tres últimas obras y la originalidad de la puesta en escena y, sobre todo, la cercanía de los músicos y su música.

auditori.cat

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