ISRAEL DAVID MARTÍNEZ     OCT. 31, 2024

El pasado 27 de octubre de 2024, el Gran Teatre del Liceu acogió una velada inolvidable en honor a Giacomo Puccini, con motivo del centenario de su fallecimiento. La soprano Sondra Radvanovsky y el tenor Piotr Beczala, dos de las voces más prestigiosas del panorama operístico actual, fueron los protagonistas de un concierto que rindió homenaje al compositor italiano a través de algunas de sus arias e interludios más emblemáticos. Acompañados por la Orquesta Sinfónica del Liceu bajo la dirección de Keri-Lynn Wilson, ambos artistas ofrecieron interpretaciones memorables, colmando el recinto de una emoción palpable.

Radvanovsky destacó de forma sobresaliente en “In questa reggia” de Turandot, una pieza exigente que interpretó con su característico poderío vocal y una intensidad dramática que capturó la esencia del personaje. Su voz, rica en matices, proyectó una Turandot imponente y vulnerable a la vez, conquistando al público con cada frase. Por su parte, Beczala brilló con “E lucevan le stelle” de Tosca, una de las arias más queridas del repertorio para tenor. Su interpretación fue un verdadero despliegue de sensibilidad y técnica impecable, logrando transmitir la angustia y desesperanza de Cavaradossi en uno de los momentos más emotivos de la noche.

Bajo la dirección experta de Keri-Lynn Wilson, la Orquesta Sinfónica del Liceu supo dar vida a la música de Puccini con una riqueza de detalles y una cohesión notable. Wilson condujo con un sentido profundo de la partitura, equilibrando a la perfección el protagonismo de los solistas con la intensidad orquestal. Entre los momentos instrumentales más destacados estuvieron las intervenciones solistas de Kai Gleusteen en el violín y de Òscar Alabau en el violonchelo, quienes brindaron interpretaciones de gran lirismo y refinamiento, elevando el nivel de la orquesta.

Mención especial merece la sección de violonchelos, en la que Paula Lavarias, Lourdes Kleykens y Andrea Amador, entre otros, lograron una ejecución excepcional. Su sonido profundo y envolvente dotó de una calidez particular a los pasajes orquestales, contribuyendo a crear una atmósfera que transportó al público al universo emocional de Puccini.

En conjunto, fue una noche que quedará en la memoria de los asistentes como un tributo digno del gran compositor italiano. Las magistrales interpretaciones de Radvanovsky y Beczala, junto con la dirección sensible de Wilson y el altísimo nivel de la orquesta, hicieron de esta celebración un verdadero homenaje a la belleza y el drama de la ópera pucciniana.

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