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Frasier Reinventó La Comedia Sofisticada

Frasier reinventó la comedia sofisticada

(Promo de Frasier ©Paramount Television)

ISRAEL DAVID MARTÍNEZ     DIC. 8, 2024

Una tarde de 1993, Kelsey Grammer estaba sentado en un café de Los Ángeles, revisando notas para un piloto de televisión. Frente a él, los productores David Angell, Peter Casey y David Lee intentaban cuadrar el círculo: ¿cómo tomar a un psiquiatra ligeramente neurótico, adicto al vino caro y con un gusto exquisito por la ópera, y convertirlo en el centro de una nueva comedia? Al parecer, la respuesta estaba en el sándwich que Grammer tenía en la mano. “Es sofisticado, pero también desordenado”, dijo, observando una rebanada de roast beef que amenazaba con caer al suelo. Así nació Frasier.

Lo que hizo de Frasier una obra maestra no fue solo su humor cerebral, aunque eso ayudó. Fue el delicado equilibrio entre el snobismo de la alta cultura y las realidades humanas más cotidianas. El personaje de Frasier Crane, originalmente concebido como un recurso secundario en Cheers, se convirtió en una representación casi caricaturesca del hombre moderno: culto y refinado, pero perpetuamente torpe en asuntos de amor, familia y, ocasionalmente, muebles caros.

Una anécdota que ilustra esta tensión inherente ocurrió durante el diseño del apartamento de Frasier, quizás el set más famoso de la televisión de los noventa. Los diseñadores de producción insistieron en que el espacio reflejara su personalidad. Debía ser moderno, con piezas de arte originales y muebles que cualquier crítico de diseño aprobaría. Pero los productores también insistieron en incluir una silla reclinable destartalada, propiedad del padre de Frasier, Martin, un ex policía con gustos mucho más proletarios. La yuxtaposición de ese trono deslucido contra el telón de fondo de un Eames auténtico encapsula el conflicto esencial de la serie: el choque entre las aspiraciones elevadas y la realidad terrenal.

(Escena de la seire Frasier ©Paramount Television)

El verdadero corazón de Frasier, sin embargo, estaba en su reparto. David Hyde Pierce, quien interpretó al hermano menor, Niles, no solo igualó a Grammer en su entrega cómica; lo complementó, creando una dinámica de hermanos tan afinada como cualquier dúo operístico. En un episodio memorable, Niles, tratando de planchar una camisa mientras lidia con un ataque de ansiedad, termina incendiando la cocina. La escena, ejecutada sin una sola línea de diálogo, es una clase magistral de humor físico y una metáfora perfecta de la fragilidad emocional de los Crane.

La serie fue un triunfo tanto crítico como popular. Con 37 premios Emmy en su haber, incluidos cinco consecutivos como Mejor Serie de Comedia, Frasier demostró que el público estaba dispuesto a reírse de referencias a Mahler y disputas sobre cabernet sauvignon. Pero lo que realmente selló su legado fue su humanidad. A pesar de toda su pretensión, Frasier y Niles eran, en esencia, dos hombres tratando desesperadamente de estar a la altura de sus propias expectativas, algo con lo que cualquiera, amante de la ópera o no, podía identificarse.

Treinta años después de su estreno, Frasier sigue siendo un ejemplo de lo que la comedia puede lograr cuando se atreve a ser inteligente sin disculparse por ello. Y ahora, con el renacimiento de la serie en 2023, es evidente que el mundo todavía tiene un apetito insaciable por las neurosis sofisticadas. Porque, como Grammer podría haber dicho, a veces, lo que necesitas es un buen sándwich… sofisticado, sí, pero con un toque de desorden.

Por si no ha quedado claro, es mi serie favorita.

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