‘La disputa’ intrascendente
(Pep Planas y Josep Maria Flotas en ´La disputa’)
ISRAEL DAVID MARTÍNEZ DIC. 6, 2024
En una noche lluviosa de diciembre, el Teatre Romea de Barcelona se llenó de espectadores ansiosos por presenciar el regreso de Josep Maria Flotats al escenario que lo vio debutar hace 65 años. La obra en cuestión: “Voltaire/Rousseau. La disputa”, un enfrentamiento dialéctico entre dos titanes de la Ilustración. Acompañado por Pep Planas, quien interpreta a Rousseau, Flotats encarna a un Voltaire sagaz y mordaz. La trama se centra en una visita ficticia de Rousseau a Voltaire, motivada por un panfleto anónimo que lo acusa de abandonar a sus cinco hijos. Este encuentro sirve como pretexto para que ambos filósofos confronten sus ideas sobre el Eterno, la igualdad, la educación y el teatro. El texto, escrito por Jean-François Prévand, busca equilibrar la erudición con momentos de supuesta comedia ligera.
Flotats, a sus 85 años, demuestra una energía envidiable y una dicción impecable, fruto de su formación en la Comédie Française. Su Voltaire es carismático y domina la escena con autoridad. Por su parte, Planas ofrece un Rousseau más introspectivo, aunque no menos apasionado en sus convicciones. La química entre ambos actores es palpable, y sus interpretaciones son, sin duda, el punto fuerte de la producción.
Sin embargo, a pesar del talento desplegado en el escenario, la obra en sí adolece de ciertos problemas. El texto se vuelve repetitivo, con argumentos que se reciclan sin aportar nuevas perspectivas. La falta de desarrollo dramático hace que la pieza se sienta estancada, y la ausencia de un conflicto real disminuye la tensión necesaria para mantener al público enganchado.
La escenografía es minimalista: un tapiz, una alfombra y algunos muebles de época que evocan el salón de Voltaire. Aunque esta simplicidad permite que la atención se centre en el diálogo, también contribuye a una sensación de monotonía visual. La iluminación, diseñada para marcar el paso del tiempo, es efectiva pero no logra romper la uniformidad del ambiente.
Es inevitable preguntarse si la elección de esta obra fue la más acertada para el esperado retorno de Flotats al Romea. Aunque su actuación y la de Planas son destacables, el material de base no les ofrece el soporte necesario para brillar plenamente. La falta de dinamismo y profundidad en el texto deja al público con la sensación de haber presenciado un ejercicio intelectual más que una experiencia teatral conmovedora.
Al final de la noche, mientras la lluvia seguía cayendo sobre Barcelona, los espectadores abandonaron el teatro con sentimientos encontrados. La maestría interpretativa de Flotats y Planas es innegable, pero “La disputa” se queda lejos en ofrecer una narrativa que realmente capture la imaginación y el corazón del público. Una oportunidad desaprovechada para explorar con mayor profundidad y frescura el legado de dos de los pensadores más influyentes de la historia.