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Anatomía Del Placer: Más Allá Del Clítoris

Anatomía del placer: más allá del clítoris

(Imagen DALL·E)

Georgina Reinier     ENE. 6, 2025

Clara nunca imaginó que una consulta de sexología cambiaría su vida. En una tarde cualquiera de enero en Barcelona, entró al consultorio con un propósito, entender por qué, a sus 35 años, el orgasmo seguía siendo un misterio esquivo. Su terapeuta la recibió con una sonrisa cálida y una frase inesperada: “Vamos a hablar del clítoris, pero también de lo que no se ve”. Clara no lo sabía, pero estaba a punto de embarcarse en un viaje hacia las profundidades de su propio cuerpo y mente.

El clítoris, ese pequeño órgano cuyo nombre ha estado envuelto en silencios y tabúes, tiene una historia fascinante. Identificado por Hipócrates hace más de 2.000 años, no fue descrito completamente hasta 1998, cuando la uróloga australiana Helen O’Connell publicó un estudio que desvelaba su compleja anatomía. No es solo un botón visible, sino una estructura que se extiende por todo el tejido genital, un iceberg de placer con el 90% de su masa bajo la superficie. Para Clara, aprender esto fue como descubrir una pieza perdida de un rompecabezas.

(Helen O’Connell, Wikipedia)

“El orgasmo no es solo algo que ocurre; es algo que se siente y se permite”, explicó su terapeuta. Aquella frase resonó en Clara mientras revisaban las cifras: hasta un tercio de las mujeres nunca alcanza el orgasmo durante el sexo, frente al 95% de los hombres heterosexuales que lo logran casi siempre. Pero este déficit no es solo biológico; también es cultural. A los hombres, históricamente, se les ha animado a explorar su placer, mientras que las mujeres han enfrentado siglos de desinformación y vergüenza. “La masturbación femenina está dejando de ser un tabú, pero queda mucho por hacer”, le aseguró la terapeuta.

Clara también descubrió que el clítoris, aunque esencial, no es el único responsable del placer. Durante décadas, el mundo dividió el orgasmo femenino en clitoriano y vaginal, como si se tratara de dos experiencias separadas. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que esta distinción es un mito. El clítoris participa activamente en ambos tipos de orgasmo, gracias a su extensión anatómica que se conecta con los tejidos internos de la vagina. Incluso el misterioso “punto G” parece ser una manifestación de esta compleja red.

Uno de los momentos más reveladores para Clara fue aprender sobre la interocepción, la capacidad de percibir las señales internas del cuerpo. Un estudio de la Universidad de Essex demostró que las mujeres con altos niveles de interocepción tienen más probabilidades de experimentar orgasmos frecuentes. Esto explicó algo que Clara había sospechado: su desconexión con su cuerpo era una barrera. La terapeuta le propuso ejercicios para reconectar con sus sensaciones, desde la respiración consciente hasta la exploración guiada de su anatomía.

(Imagen DALL·E)

A medida que las sesiones avanzaban, Clara comenzó a experimentar un cambio. Descubrió que el orgasmo no era un destino, sino un viaje que implicaba todo su ser, es decir, mente, cuerpo y emociones. Comprendió que el placer también está en los gestos cotidianos, en la curiosidad por su propio deseo y en la comunicación abierta con su pareja. El clítoris había sido su puerta de entrada, pero no el único habitante de este paisaje.

En el último encuentro, Clara compartió con su terapeuta una reflexión: “Nunca imaginé que conocerme a mí misma fuera tan liberador”. Aquella tarde, mientras caminaba por las calles frías de Barcelona, pensó en cuántas mujeres seguían atrapadas en el silencio. Sintió la urgencia de hablar del tema, de romper el tabú.

El clítoris manda, sí, pero no lo es todo. Es un recordatorio de que el placer femenino es una experiencia compleja, rica y multifacética que no se limita a un solo órgano ni a un solo momento. Como Clara descubrió, se trata de un acto de reconexión con una misma, un redescubrimiento que, al final, no es solo anatómico, sino profundamente humano.

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