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Botero Conquista Barcelona

Botero conquista Barcelona

ISRAEL DAVID MARTÍNEZ     ABRIL. 17, 2025 (Fotos: ©Palau Martorell) 

A poco más de un año de su fallecimiento, Fernando Botero regresa con estruendo a la escena artística europea. Lo hace no en carne, sino en cuerpo, un cuerpo multiplicado, colosal, sensual, político. El Palau Martorell acoge Fernando Botero: Un Maestro Universal, la mayor exposición jamás dedicada al pintor y escultor colombiano en España. Más de 110 obras —muchas de ellas inéditas— habitan las salas neoclásicas del recinto barcelonés como si el propio artista hubiera inflado las paredes para hacer sitio a su universo desbordante.

Organizada por Arthemisia y la Fundación Fernando Botero, y comisariada por Lina Botero —hija del artista— y Cristina Carrillo de Albornoz, la muestra se articula en diez secciones temáticas que recorren siete décadas de producción. Botero, quien murió en 2023 a los 91 años, había afirmado que la pintura es una tarea interminable, una búsqueda diaria que nunca se perfecciona del todo. Aquí, esa búsqueda se manifiesta en múltiples técnicas: óleo, escultura, acuarela, pastel, dibujo en lápiz, sanguina o carboncillo. Todo sirve para decir lo mismo, que el volumen no es solo forma, sino lenguaje.

Entre las obras expuestas brillan con especial intensidad dos piezas nunca vistas en España, La Menina, según Velázquez, colgada durante décadas en su estudio de París, y Homenaje a Mantegna (1958), rescatada de una colección privada en Estados Unidos. Ambas capturan la esencia de su diálogo con los grandes maestros europeos —Velázquez, Goya, Tiziano, Ingres—, cuyas lecciones Botero absorbió en sus años de formación entre Madrid y Florencia. Pero lejos de la copia reverencial, el colombiano hace lo que mejor sabe: filtrar la tradición a través de su mirada, y devolverla al espectador engrosada, reposada, rotunda.

No todo es celebración. El recorrido también abraza la vena crítica del artista. Sus series sobre la violencia en Colombia y las torturas en Abu Ghraib rompen con la placidez estética que se asocia a su obra. En esos lienzos, las figuras aún mantienen su volumen característico, pero adquieren una densidad moral y política que sacude. Es la forma boteriana de alzar la voz: sin aspavientos, pero con gravedad.

En sus naturalezas muertas, el circo, la religiosidad tropical o los retratos de obispos y toreros, Botero compone un archivo emocional de Latinoamérica. Nunca rompió con sus raíces, ni siquiera cuando vivía entre Nueva York, París o Toscana. Más que latinoamericano, fue un artista de la nostalgia, que pintaba desde el recuerdo para dar sentido al presente.

El Palau Martorell —que desde su apertura en 2022 ha apostado por exposiciones de gran calado— se convierte así en epicentro de un homenaje plural, transversal y profundamente humano. En una ciudad que ha celebrado a Picasso constantemente, la irrupción del otro gran genio del volumen no solo es bienvenida, sino necesaria.

Fernando Botero: Un Maestro Universal estará abierta hasta el 20 de julio. Si el arte tiene aún la capacidad de maravillar, esta exposición es una prueba rotunda.

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