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D S C H

D S C H

(Photo by May Circus)

By JOSUÉ BLANCO     DIC. 16, 2018

Muchos compositores, así como muchos intérpretes tiene una marca propia, un sonido que los define y que en muchos casos caracterizan la relaciones que se establecen en sus obras y que permiten identificar ciertas obras con ciertos compositores: este pasado fin de semana fuimos testigos de algunas de estas marcas propias en l’Auditori de Barcelona: la OBC, bajo la batuta de Kazushi Ono, nos presentaba 3 obras con caracteres bien diferenciados: Ungebetenes Spiel 2 del compositor valenciano Manuel Rodríguez Valenzuela, el Tercer Concierto para violín y orquesta de Camille Saint-Saëns y la Décima Sinfonía de Dimitri Shostakóvich.

Manuel Rodríguez Valenzuela es uno de los jóvenes compositores españoles con gran prestigio en el panorama europeo: formado en la Escuela Superior de Música de Cataluña, lleva un largo currículum a sus espaldas, con estrenos a manos de grupos cómo Ascolta Ensemble, Ensemble Mosaik, Klangforum Wien, Ensemble Intercontemporain o CrossingLines. Una de las constantes de Rodríguez ha sido el estudio del sonido, siendo una marca del trabajo del autor, reduciendo las obras a la esencia sonora. Al compositor le interesa la idea de como se origina un sonido y como puede evolucionar, una investigación que necesita de la capacidad técnica tanto de los instrumentos como de los intérpretes.

En este sentido Ungebetenes Spiel 2 explora al máximo los recursos sonoros de los instrumentos de la orquesta e incluso de los propios músicos que tocan. Una obra breve en que el autor nos propone un juego de percepciones a partir de pequeños motivos que se van sucediendo, estructurando 3 secciones que se corresponden a 3 partes de un poema del propio autor que acompaña la obra, que tanto se puede leer de arriba a bajo o siguiendo las diferentes tipografías:

La música de Saint-Saëns estableció un nuevo rumbo en la escuela francesa de finales del siglo XIX: compositores como Fauré, Debussy o Dukas fueron influenciados por su trabajo siendo un claro antecedente para todos ellos. También fue un referente para el violinista Pablo Sarasate, al que dedicó el Primer concierto para violín y orquesta, op. 20, la Introduction et Rondo Capriccioso op. 28 y el Tercer concierto para violín y orquesta, op. 61. Esta última obra se ha convertido en uno de los iconos en el campo de los conciertos para violín, pasando por las manos de casi todos los estudiantes del instrumento así como de los grandes intérpretes como Yehudi Menuhin, Julia Fischer o Joshua Bell, quien estuvo al cargo de la interpretación este fin de semana acompañado por la OBC y el maestro Ono.

Parece que Bell se esté aproximando a la estela de Pablo Sarasate: cabe recordar que la última vez que visitó Barcelona y la OBC el violinista interpretó La Sinfonía española para violín y orquesta, partitura de Édouard Lalo otro compositor influenciado por la forma de tocar de Sarasate, a quién le dedicó la obra y de quien cogió el regusto español que marca la obra.

Bell también es uno de los grandes virtuosos del momento así como lo fue Sarasate en su tiempo: dos grandes violinistas que afrontaron el reto de este Tercer concierto para violín y orquesta de Saint-Saëns; pues si algo es en lo que destaca la obra es en el virtuosismo inherente de la misma. Aún así, y más allá de las exigencias técnicas al solista, su invención melódica y su sutileza impresionista presentan desafíos interpretativos significativos. Esta tensión es más notable en el segundo movimiento y la coral del final, que recuerda la conclusión del Cuarto Concierto para piano.

Respecto a la intepretación de Bell se debe señalar la perfecta consonancia que se consiguió entre el solista y la orquesta: pocos solistas hasta el momento han llegado a equilibrar tanto este factor en una sala que ayuda poco al instrumento solo en confrontación a la masa orquestal. También destacó la consonancia técnica entre las frases melódicas de ricos contrastes expresivos con las secciones mas virtuosísticas. Bell consiguió que se pudieran escuchar cada una de las notas de la partitura en una interpretación perfectamente equilibrada.

Este fin de semana la orquesta contó con el refuerzo de ciertos alumnos de la Escuela Superior de Música de Cataluña, seguramente para muchos de ellos no solo fue un privilegio poder tocas con la OBC, si no también poder compartir escenario con uno de los solistas mas requeridos del momento como es Joshua Bell.

El concierto se cerró con la Décima Sinfonía de Dimitri Shostakovich: de nuevo habría que referirse a esa idea de “marca propia” ya que quizá Shostakovich sea de los compositores rusos el que ostenta un carácter más singular, por no hablar de la “firma musical” correspondiente a las letras D S C H, que se relacionan con las notas Re, Mi bemol, Do y Si, motivo que implementó en muchas de sus obras como la Sonata para piano número 2, además de las sinfonías número 8 y 15, o en el famoso Quarteto para cuerdas número 8; la Décima Sinfonía también incluye este motivo que se hace bien patente en el tercer movimiento. Una firma que se mezcla con otros tantos motivos y caracteres que hacen evidente la paternidad de la obra: por ejemplo el uso de otro motivo que corresponde a las siglas de una de sus alumnas: Elmira Nazirova, con las notas: Mi, La, Mi, Re y La (E A E D A).

Una sinfonía densa, cargada de detalles y con un uso orquestal impecable, que marcó el retorno del compositor al campo sinfónico tras casi 10 años de silencio orquestal. La Décima Sinfonía coincide además con el final de la era estalinista y la censura soviética. Cabe destacar el uso que Shostakovich hace de los efectivos orquestales: la obra esta llena de momentos cambrísticos y de solo, además de un uso ejemplar del silencio, tanto como elemento estructural como expresivo.

La OBC también añadió su sello más significativo: Kazushi Ono, director titular de la orquesta, quien dirigió de memoria la Décima Sinfonía de Dimitri Shostakovich, además de saber encajar perfectamente el sonido de Joshua Bell con el de la orquesta, la firma de Ono se estuvo patente a lo largo de todo el concierto de forma clara y la orquesta se alimentó de ello.

auditori.cat

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