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Dueñas Vuelve A Triunfar

Dueñas vuelve a triunfar

(Foto: ©Toni Bofill)

ISRAEL DAVID MARTÍNEZ     ENE. 15, 2025

El Palau de la Música Catalana se iluminó el pasado lunes, 13 de enero de 2025, no solo por su deslumbrante arquitectura modernista, sino por la presencia de dos figuras que, juntas, lograron una velada inolvidable: la directora Marin Alsop y la violinista María Dueñas. En un programa que transitó desde la modernidad estadounidense hasta el romanticismo cinematográfico y el drama shakespeariano, la música elevó a los asistentes a un estado de emoción colectiva.

La noche comenzó con Strum, de Jessie Montgomery, una obra breve pero luminosa, que evocó un caleidoscopio de colores sonoros. La Philharmonia Orchestra, liderada por Alsop, navegó esta pieza contemporánea con un dinamismo que dejó entrever el profundo entendimiento de la directora hacia la música moderna. Montgomery, conocida por su habilidad para entrelazar texturas rítmicas con una melodía vibrante, encontró en Alsop una intérprete que amplificó su mensaje de unidad y celebración.

Pero fue el Concierto para violín en Re mayor, op. 35 de Erich Wolfgang Korngold lo que marcó el punto culminante de la noche. María Dueñas, con su Stradivarius de 1734, ofreció una interpretación que combinó virtuosismo técnico y una sensibilidad innata. Desde las primeras notas, quedó claro que Dueñas había entendido no solo la música, sino también el espíritu de Korngold, una obra profundamente lírica que toma prestada su esencia de las grandes bandas sonoras de Hollywood, donde el compositor dejó una huella indeleble.

El público, consciente de que presenciaba algo extraordinario, se mantuvo en absoluto silencio, roto solo por la efusiva ovación al final del primer movimiento. “Tiene un sonido que canta, brilla y emociona, algo que rara vez se escucha a tan temprana edad”, señaló un crítico local tras el concierto. Dueñas, de 22 años, exhibió una confianza escénica que contrastó con su natural modestia al recibir las ovaciones.

En la segunda parte, Alsop condujo la Suite de Romeo y Julieta de Serguéi Prokófiev con una narrativa cinematográfica, extrayendo cada matiz dramático y romántico de la partitura. Movimientos como “Montescos y Capuletos” resonaron con una intensidad visceral, mientras que el delicado “Romeo delante de la tumba de Julieta” ofreció un respiro melódico que pareció detener el tiempo en el Palau.

La noche concluyó con una gran ovación, un testimonio del talento de una violinista que ya es una de las grandes intérpretes de su generación y de una directora que sigue rompiendo barreras en el mundo de la música clásica. Fue, en todos los sentidos, una velada para recordar.

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