Saltear al contenido principal
El Arte Abúlico

El arte abúlico

© Sergio López Isla
XAVIER RICARTE     DIC. 5, 2019
“Toda obra de arte debe ser seductora y si por ser demasiado original se pierde la cualidad de la seducción, ya no hay obra de arte” Antoni Guadí.
Son numerosas las veces que escuchamos premiados de concursos internacionales o premios destacados e importantes que al cabo de un tiempo desaparecen, se esfuman entre el enorme mercado. Y son muchas las veces que estos premiados dejan el panorama musical por la falta de criterio o bien de un trabajo de calidad y de disposición. El profesor resulta ser una herramienta indispensable para la fluctuación del arte sobre algunos músicos. Y realmente es una lástima, se pierden artistas que conseguirían aportar auténticos obsequios a la cultura.
El pasado 3 de Diciembre ‘Varvara’ debutó en el ciclo Ibercamera, celebrado en la Sala 2 “Oriol Martorell” del Auditori de Barcelona. Un concierto mentado de gran esdevenimiento y con entradas agotadas. Concierto enfocado a Sonatas, la primera parte dedicada a Beethoven y la segunda a Liszt.
La Sonata núm.14, opus 27 núm 2 “Claro de Luna” entablaba el recital. Rubati cada dos por tres quebrando la línea melódica a pequeños pedazos y sin futuro. Segundo movimiento con cierta gracia y con una luz de esperanza, la cual se desvanecia por completo en el Presto agitato. Irregularidades rítmicas, un discurso balbuceado y desprovisto de belleza. En la Sonata núm.26, opus 81 “Los adioses” el argumento fue similar. Salvo alguna parte del inicio y fragmentos del segundo movimiento, la pianista optó por una interpretación poco acurada, insensible, desvalanceada entre bajos y registro medio-agudo, entre otras controversias.
En la Sonata en Si menor S.178 de Liszt, proyectó una versión un poco más decente. El rubati exagerado que ofreció con ordinariez en las sonatas de Beethoven, deleitó con complacencia la música del compositor húngaro. La famosa fuga no tuvo ni pies ni cabeza, reincidiendo otra vez en el descuido y en la falta de rigor en las frases. Una obra que quedaba remotamente lejos de lo que realmente es. Por suerte, algunos momentos fueron atractivos, armonías que escuchaba con detenimiento, pasajes lentos que prestaba atención y dignos de la belleza que estaba presentando.
Sin ir mas lejos, piezas carentes de pulcritud rítmica, inprecisiones continuas de fraseo y de notas, cuestiones fundamentales y básicas que, por lo que sea, no están al servido del buen arte. Es mejor interpretar obras de menos exigencia mecánica y musical, pero ofrendar una disposición aceptable y digna de la música que se esta interpretando.
Encuentros como este son condecorados y premiados por el público corriente. Pero son inadmisible para el público educado, culto, instruido en música y en arte. Y este hecho puede pasar una, dos, y más veces, todos somos humanos. Pero se trata de un incidente reiterativo. No es una cuestión de gusto, se habla de un respeto y una cortesía a la música. Siempre es bueno recurrir al maestro, una persona que tiene más experiencia. O bien a un compañero del gremio para desarollar otra visión. Es conveniente no olvidar aspectos esenciales, sujetos o personajes que han sido importantes en una etapa de evolución. Y es imprescindible conservar la modestia, dejar la venalidad fuera de este ámbito, y no perder nunca el propósito primordial del arte que es estar al servicio de él.
Volver arriba