Elisabeth Leonskaja y Adám Fischer traen la alegría a L’Auditori
TELMO SANS RUIZ ABR. 5, 2022 (Foto: © Nikolaj Lund)
La anunciada no presencia de Sir András Schiff dos días antes del último concierto de Ibercamera en L’Auditori hizo saltar las alarmas. Por suerte se encontró en Elisabeth Leonskaja la sustituta perfecta, la cual no varió el repertorio pensado para la gira, que contaba con el 5º Concierto para piano de Beethoven.
La ya curtida pianista de origen ruso dio una clase magistral de interpretación. Tanto ella como el también veterano director Ádám Fischer interpretaron y dirigieron la primera obra del maestro de Bonn con una euforia más propia de un joven que de dos personalidades como las que se encontraban encima del escenario. Los dos se movieron en su campo con una ligereza muy admirable y transmitiendo los ágiles movimientos de las melodías de Beethoven al público y a la orquesta con una claridad más que increíble. Inicialmente la sección de violines tuvo que quedarse igual de atónita que el público de un Auditori casi lleno con la interpretación que estaba llevando a cabo Leonskaja, y debido a ello se les notó muy fríos y con poco cuerpo en comparación con el resto de la orquesta. Un dato que fue corregido rápidamente y que no volvió a ocurrir en el resto del concierto. En el segundo y tercer movimiento del concierto para piano, la virtuosa pianista dejó apreciar a la audiencia lo que significa la calidad y sangre fría, pues no se debía olvidar que habían avisado a Leonskaja de tal actuación solo unos días antes y con muy poco margen de ensayo con la orquesta. Por ello también se despidió a la maravillosa intérprete con un ramo de flores y un muy cálido aplauso por parte del público que dio paso a la segunda parte.
Ádám Fischer decidió coger el testigo de su última actuación con Ibercamera donde interpretó la 9ª de Mahler y esta vez recurrió a la 1ª Sinfonía “Titán”, del mismo compositor austríaco, para cerrar el concierto. Se llenó la orquesta de intérpretes para cumplir con los requisitos de interpretación de la pieza y se dio comienzo a la música. Delicado en el tercer movimiento y pegando saltos encima de la peana en los grandes tutti post-románticos de la obra, dejó atónitos a muchos pues, además, dirigió la sinfonía sin partitura, lo que es aún más admirable si cabe. No se esperó ni medio segundo para el sonoro aplauso del público, que recibió la recompensa de un bis del tercer movimiento de la sinfonía.
Dieron muchas lecciones de vida tanto Fischer como Leonskaja, que enseñaron como el tiempo no borra las pasiones y las ganas de regalar tanta buena música.