La influencia de los grandes compositores en el cine
(2001: Una odisea del espacio. 1968. ©Metro-Goldwyn-Mayer)
ISRAEL DAVID MARTÍNEZ NOV. 8, 2024
La música clásica ha sido desde siempre una fuente inagotable de inspiración para el cine. En sus melodías, armonía y ritmo, muchos directores han encontrado el marco perfecto para potenciar las emociones de sus escenas y enriquecer la narrativa visual. Desde el dramatismo de una tragedia hasta la calma de una contemplación, la música clásica ha acompañado al cine en algunos de sus momentos más icónicos, y aquí exploramos algunas películas donde esta influencia ha dejado una huella memorable.
‘2001: Una Odisea en el Espacio’ y Strauss
Stanley Kubrick revolucionó la relación entre música y cine en 2001: Una Odisea en el Espacio (1968). En esta obra maestra de la ciencia ficción, Kubrick usa “Así habló Zaratustra” de Richard Strauss como tema central, creando una conexión indeleble entre el viaje espacial y la majestuosa pieza sinfónica. La elección de Kubrick no fue casual. Originalmente, el compositor Alex North escribió la partitura para el film, pero Kubrick decidió, tras una proyección de prueba, quedarse con la potencia dramática de Strauss y la obra de Johann Strauss, “El Danubio Azul”. Este cambio dio lugar a una de las escenas más icónicas en la historia del cine: la danza de las naves espaciales al compás del vals, una imagen en la que la sinergia entre música y movimiento trasciende la pantalla.
(Amadeus de Milos Forman, 1984, ©The Saul Zaentz Company)
Amadeus y la figura de Mozart
Milos Forman llevó a la gran pantalla Amadeus (1984), una biografía ficticia sobre la vida de Wolfgang Amadeus Mozart basada en la obra de teatro de Peter Shaffer. La película, galardonada con el Óscar a Mejor Película, destaca no solo por su excelente narrativa, sino también por su banda sonora, que utiliza la música de Mozart en un contexto emocional y narrativo. En escenas clave, como la composición de su Réquiem mientras su salud empeora, la música de Mozart se convierte en una extensión de sus emociones. Según el propio Forman, su objetivo era hacer que la audiencia “sintiera la música” de Mozart como nunca antes, logrando una experiencia sensorial y emocional sin precedentes.
El poder de Beethoven en ‘La Naranja Mecánica’
Otra vez Kubrick, en La Naranja Mecánica (1971), utiliza la Novena Sinfonía de Beethoven de forma innovadora y perturbadora. La película sigue las andanzas de Alex DeLarge, un joven con una obsesión malsana por la ultraviolencia y la música de Beethoven. La Novena Sinfonía se convierte en una metáfora de la lucha interna del personaje, usándose en momentos de violencia con una ironía oscura. Esta elección de Kubrick no solo intensifica la tensión y el desconcierto, sino que también muestra cómo una obra tan venerada puede volverse símbolo de caos en el contexto adecuado.