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Lezhneva & Sinkovsky Conmueven A Innsbruck

Lezhneva & Sinkovsky conmueven a Innsbruck

© Innsbrucker Festwochen /Felix Pirke

By ISRAEL DAVID MARTINEZ     AGO. 30, 2019

Este pasado 25 de agosto, y para poner prácticamente  el punto final a un certamen que se ha prolongado durante mes y medio, el Festival de Música Antigua de Innsbruck programó, a priori, uno de los conciertos más atractivos y espectaculares. La idea consistía en subir al mismo escenario a dos portentosos intérpretes que gozan de un presente extraordinario. Por una lado la soprano rusa Julia Lezhneva –todavía se recuerda su fantástica Zerlina en el Don Giovanni del 2017 en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona– y por el otro el violinista/director/contratenor Dmitry Sinkovsky. Ambos virtuosos no estuvieron solos, fueron arropados por el afamado conjunto La Voce Strumentale. El mencionado grupo fue creado, en el año 2011, por el propio Dmitry Sinkovsky. Su objetivo fue reunir a intérpretes ganadores de concursos internacionales. Tras años de trabajo el conjunto creó un lenguaje único basado en la búsqueda de un sonido puro e historicista a partir, como es lógico, de una apurada técnica virtuosa.

En el programa de la noche se fueron intercalando arias de Carl Heinrich Graun, como “Senza di te, mio bene”, “D’ogni aura al mormorar” o “No, no di Libia fra l’arene” –¡qué gran compositor es Graun y qué poco se programa!–, con conciertos para violín y bajo continuo de Telemann y Vivaldi, entre otras obras barrocas de Nicola Antonio Porpora y Johan Adolph Hasse. 

© Innsbrucker Festwochen /Felix Pirke

Así que, lógicamente, ocurrió lo que estaba previsto. En uno de los lugares más bellos de Innsbruck y más significativos de Austria, la Riesensaal (Sala de los gigantes) del Hofburg (Palacio Imperial), con una acústica impresionante pero ciertamente confusa en el registro más grave –se deberían poner alfombras en la parte frontal del escenario, es simplemente una sugerencia–, se alternó la voz angelical y técnica brutal de Lezhneva con el talento natural para la música, desde todos los puntos de vista, de Sinkovsky.  Resultó particularmente hermoso cuando, éste último, dejó el violín y se trasladó a una sala contigua del concierto para realizar los ecos, ahora como contratenor, en la divina aria “Zeffiretti, che sussurrante” de Vivaldi. Insuperable, mágico. Tras cerrar el concierto, y con el público en pie, la Lezhneva ofreció nada menos que cinco bises. Los afortunados asistentes nunca podrán olvidar el último de ellos, interpretado con la exclusiva ayuda del laúd de Luca Pianca –al encuentro de la intimidad más absoluta–, “Lascia ch’io pianga” de la ópera “Rinaldo” de Händel. Con una Lezhneva emocionada –con lágrimas en sus ojos–, y con un público al borde del éxtasis, se puso punto final a uno de los mejores conciertos que este humilde crítico musical ha asistido en su vida.

© Israel David Martínez

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