Mejores películas 2024
(Imagen de “All We Imagine as Light”)
ISRAEL DAVID MARTÍNEZ DIC. 19, 2024
Era una tarde de monzón en Mumbai, cuando Prabha, una enfermera de mirada cansada pero serena, cerró su casillero tras una larga jornada en el hospital. La lluvia golpeaba con furia contra las ventanas del edificio mientras ella recogía sus cosas para regresar al pequeño apartamento que compartía con Anu, su compañera de piso y también enfermera. Al llegar a casa, un paquete inesperado la esperaba. Venía de su esposo, que había emigrado a Alemania en busca de mejores oportunidades. Dentro del envoltorio, encontró una lámpara minimalista que, al encenderse, llenó la habitación de un resplandor cálido y tranquilizador. Ese pequeño artefacto, enviado desde el otro lado del mundo, se convirtió en un recordatorio de los lazos que los unían, a pesar de la distancia.
Esta escena, que bien podría formar parte de la narrativa de “All We Imagine as Light”, la cinta de Payal Kapadia que cautivó al público en Cannes este año, encapsula el espíritu de un año cinematográfico excepcional. La película, que combina la sensibilidad documental con un toque de melodrama romántico, sigue la vida de dos enfermeras en Mumbai, entrelazando sus luchas cotidianas con la vitalidad de una ciudad que nunca duerme. A través de la cámara de Kapadia, la luz se convierte en un personaje más, filtrándose por las rendijas de las ventanas y reflejando las esperanzas y desilusiones de sus protagonistas.
Si el cine de Kapadia es una exploración de la cotidianidad transformada en poesía, “Ernie Gehr: Mechanical Magic” lleva esta idea a un extremo experimental. Esta retrospectiva, presentada en el MoMA a principios de 2024, nos recuerda por qué Gehr es uno de los nombres más influyentes del cine de vanguardia. Cada una de sus piezas es una meditación sobre el tiempo, el espacio y la luz, transformando escenas aparentemente ordinarias en hipnóticos estudios visuales. Es cine para ser sentido más que entendido, un recordatorio de que el medio cinematográfico es tan amplio como la imaginación del artista que lo maneja.
Jesse Eisenberg, por su parte, elige un camino más accesible pero igualmente conmovedor con “A Real Pain”. Esta comedia dramática sigue a dos primos estadounidenses de origen judío que viajan a Polonia para reconectar con sus raíces. Lo que comienza como una exploración de la historia familiar se convierte en una reflexión sobre el peso de la memoria colectiva y el humor que emerge, incluso en las circunstancias más sombrías. Eisenberg logra equilibrar lo trágico y lo cómico con una gracia que recuerda a las mejores obras de Woody Allen, pero con una sensibilidad propia de nuestra época.
(Imagen de “A Real Pain”)
Mientras tanto, desde Brasil, Kleber Mendonça Filho nos entrega “Retratos Fantasmas” (“Pictures of Ghosts”), un documental que es tanto un homenaje a los antiguos cines de Recife como una elegía por la pérdida de espacios comunitarios. A través de recuerdos personales y metraje de archivo, Mendonça construye un retrato íntimo de una ciudad que se transforma, mientras el cine permanece como un vínculo con el pasado. Es una película profundamente nostálgica, pero también un llamado a preservar la memoria cultural en tiempos de cambio.
(Imagen de “Retratos Fantasmas”)
Por su parte, Agnieszka Holland se adentra en las sombras de la crisis migratoria con “Green Border”, una película filmada en un contundente blanco y negro que sigue a una familia siria en su peligroso trayecto hacia la Unión Europea. Holland no rehuye mostrar la brutalidad y la indiferencia que enfrentan los refugiados, pero también encuentra momentos de humanidad y resistencia en medio de la adversidad. Es un testimonio valiente y necesario de una de las tragedias más urgentes de nuestro tiempo.
(Imagen de “Green Border”)
Finalmente, “Nickel Boys”, dirigida por RaMell Ross, adapta la novela ganadora del Pulitzer de Colson Whitehead con una sensibilidad que solo alguien de su talento podría lograr. La película, que narra la amistad entre dos adolescentes afroamericanos en un reformatorio del sur de Estados Unidos durante la era de Jim Crow, es tanto un relato de resistencia como un examen implacable del racismo institucionalizado. Con su estética inmersiva, Ross logra que cada escena sea una experiencia visceral, dejando una marca indeleble en el espectador.
(Imagen de “Nickel Boys”)
En el caleidoscopio de historias que ofrecieron estas películas, hay un denominador común: la exploración de las conexiones humanas, a veces frágiles, a veces poderosas, pero siempre significativas. Al igual que la luz de la lámpara en la habitación de Prabha, estas obras iluminan las esquinas más oscuras de nuestras vidas, recordándonos que incluso en los momentos de mayor separación, hay destellos de esperanza y comprensión. El cine de 2024, con su diversidad de voces y perspectivas, nos invita a mirar más allá de las fronteras visibles, hacia aquello que compartimos como seres humanos.