Plensa estrena su ‘Macbeth’ en el Liceu
Por primera vez, el artista Jaume Plensa se encarga de la dirección escénica de una ópera y se estrena con la nueva producción de Macbeth de Verdi, que se podrá ver desde el 16 de febrero hasta el 3 de marzo en el Gran Teatre del Liceu. Este estreno mundial, producido por el Teatre, significa la consecución de un doble sueño para el artista: volver a los teatros con un proyecto personal en condiciones óptimas y resolver la deuda contraída con su título más deseado.
A partir de la unión de diversas disciplinas, como la escultura o la proyección, Jaume Plensa busca reinventar el imaginario de Macbeth para crear un mundo onírico y envolvente. El estreno mundial pretende convertirse en una producción de referencia.
La producción
La versión de Macbeth que plantea Plensa quiere ser, en el plano estético, un goce total para los sentidos, porque persigue transformar el horror del argumento en un marco de fantasía y alucinación. Realmente es muy difícil encontrar nuevas capas de significado profundo en el texto de Macbeth: el drama de William Shakespeare ha sido analizado y revisado muchísimas veces, y todos sus temas son perfectamente conocidos, desde el castigo que recibe la ambición desmedida hasta la fatalidad del destino, pasando por la recomendación de no seguir las malas influencias. Con la colaboración en la dirección de escena de Leo Castaldi, el universo Plensa, pues se desarrolla en todos los cuadros de la ópera e incluso planea por el escenario con frases y palabras diseñadas con una tipografía especial que van subrayando la acción. De hecho, el artista plásticoJaume Plensa corrobora que la ópera es el arte total: “estoy trabajando con un equipo multidisciplinario extraordinario, cuando entras aquí flotas. Y es verdad que la ópera tiene ese componente magnético que estoy entusiasmado de volver a recuperar”.
La versión de Verdi, a partir de un libreto de Francesco Maria Piave, apenas se atrevió a tocar nada de la obra original: las diferencias más relevantes entre un texto y el otro afectan a la extensión – la ópera es más breve y elimina escenas por necesidades de tiempo– y el papel de Lady Macbeth, secundario para Shakespeare, pero protagonista en Verdi, dado que la ópera romántica siempre necesita sopranos dramáticas de gran impacto emocional. Más allá de esto, Macbeth es una historia tan compacta que deja poco margen para nuevas lecturas. Por tanto, Plensa no ha pensado en deconstruir Macbeth, sino en construir la ópera con unos nuevos trajes.
La escenografía, que es uno de los puntales artísticos y estéticos de la producción, interpone conceptos antónimos: el vacío y el lleno. Plensa, con la colaboración del escenógrafo Marc Salicrú, ha diseñado un juego escénico con elementos propios de su obra (Hécatas y nómads, entre otros). La escultura, por ejemplo, tiene un papel central en la primera escena, el encuentro de Macbeth y Banco con las brujas mientras están volviendo al castillo del rey Duncan: una gran pieza de metal, que simboliza un trono –al que aspira un Macbeth ambicioso–, también funciona como acantilado. En otros pasajes, la escenografía física desaparece, y la fuerza visual recae tan sólo en los propios cantantes, son ellos mismos los que aportan corporeidad a la escena. Por eso la escenografía está intrínsecamente ligada a la iluminación. En las secuencias introspectivas, como el primer monólogo y aria de Lady Macbeth o su escena de insomnio al final de la ópera, están caracterizadas por el juego de luces diseñado porUrs Schönebaum para crear una sensación de irrealidad, de presencia de fuerzas irracionales, y por el añadido de capas de contenido a través de proyecciones en un telón de fondo.
Generalmente, en la ópera, la danza no es la protagonista. Sin embargo, en el Macbeth que propone Plensa hay un grupo de veintiún bailarines profesionales de todo el mundo que aportan identidad y que tienen mucho valor dentro de la producción. El coreógrafoAntonio Ruz se ha encargado de introducir un universo propio inundado por el movimiento y la danza. Es así como no sólo hay bailarines en secuencias específicas como “Il ballo” o “Ondine e Silfide dall ali candide” sino que están ahí durante toda la obra y dialogan con el coro y los cantantes. Uno podrá darse cuenta, además, de que el papel de los bailarines en la producción, además, es muy diverso porque representan a la sociedad, al coro, al pueblo o los soldados. También son seres fantásticos, brujas o sílfides. Además, también puede ser la representación de las emociones de cada protagonista. Ruz trabaja y crea fijándose siempre en la parte orgánica del movimiento del cuerpo y con esa premisa transforma toda la dramaturgia de la producción. Lo ha logrado haciéndose una pregunta: “¿Cómo se mueve un cuerpo fantástico en un bosque de seres mágicos y brujas?” La respuesta radica en la partitura y en la propuesta de Plensa, que es mental, psicológica y abstracta… todos ellos, conceptos muy vinculados con la danza contemporánea.
Mención aparte pide el vestuario, diseñado por Jaume Plensa, con la colaboración de Nadia Balada, que transforma a los personajes en estilizadas esculturas de acuerdo con su estilo más puro. Así, esta producción nos ofrece una condensación de estímulos estéticos de una gran belleza y originalidad, un envoltorio sublime pensado para acompañar la belleza de la partitura y reforzar el imaginario –onírico, ensangrentado, profético y moralizante– de la historia de Shakespeare hacia la que Verdi sentía tanta admiración.
Macbeth también es posible gracias a su estrecha colaboración con el estudio del artista, Plensa Studio Barcelona, que ha contado con la coordinación imprescindible de Joan Samper. En palabras de Jaume Plensa: “todo el equipo me ha ayudado a definir mis sueños, y poder coreografiar el espacio y pasar el lenguaje al mundo teatral”.
El reparto
Tanto por su estructura dramática como por el estilo de composición, Macbeth es una ópera que pertenece a la época del bel canto: cada escena está generalmente dividida en un recitativo, un aria –o un dúo– y una cabaletta o un coro final, lo que implica que Verdi debe tener que escribir para voces de una gran flexibilidad técnica, capaces de afrontar las acrobacias vocales más difíciles. Ahora bien, en otros muchos aspectos, esta ópera se quiso apartar de las convenciones de un estilo que ya empezaba a estar pasado de moda, y así, el personaje de Lady Macbeth, lejos de estar escrito para una soprano lírica, está concebido para una voz más poderosa de soprano dramática: Verdino tenía la intención de crear la sensación de fragilidad o inocencia, sino de describir musicalmente a una mujer que piensa como un genio del mal.
Para caracterizar personajes de tal profundidad psicológica, pues, hay que disponer de un equipo que sepa combinar con la misma eficiencia la actuación y el canto, y en este aspecto esta nueva producción presenta un elenco solvente y espectacular empezando por Sondra Radvanovsky, la gran soprano spinto de los últimos años, que lleva cantando con éxito el rol de Lady Macbeth desde hace varias temporadas. Ekaterina Semenchuck, una mezzosoprano de voz densa también interpretará a Lady Macbeth en el segundo reparto. Con ellas –junto a Alexandrina Pendatchanska, que cantará una única función el 1 de marzo– también tendremos dos grandes barítonos en el rol de Macbeth: el italiano Luca Salsi y el serbio Željko Lučić. Otro papel central de la ópera, Banco, lo cantarán los barítonos de larga trayectoria Erwin Schrott y Simón Orfila. El personaje de Macduff será interpretado por Francesco Pio Galasso y Celso Albelodos voces siempre eficientes que apoyarán a un elenco de primer nivel, y que dirigirá desde el foso el reconocido maestro Josep Pons con el objetivo de extraer todo el color orquestal de la partitura.