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La Práctica De La Música Antigua En Cataluña (II)

La práctica de la música antigua en Cataluña (II)

(Photo: Jordi Savall y Le Concert de Nations) 

By CARLOS GARCIA RECHE     NOV. 11, 2018

Tal como se sugirió en el anterior editorial, La práctica de la música antigua en Cataluña (I), dentro de la Interpretación Históricamente Informada[1] puede decirse que el Barroco goza de un estatus diferente del de la Música Medieval y Renacentista. Esto se desprende directamente del interés y del consumo del público actual por programas de música barroca. Es una demanda que las salas de conciertos satisfacen regularmente y con una cierta garantía de asistencia. Sobre todo gracias a una considerable cantidad de artistas disponibles (intérpretes y obras) y a unos requisitos artísticos por lo general, modestos (orquestas de 25 músicos en lugar de cien). De hecho, no es secreto que el estilo barroco se caracterice por su intimidad y su carácter aristócrata y palaciego; desde los Conciertos de Brandenmburgo hasta las sonatas a trio de Telemann puede apreciarse un intimismo inherente. Pero, ¿puede el barroco histórico complacer las exigencias del público de hoy en día? ¿Acaso sabemos al menos cómo sonaba, cómo se interpretaba?

(Picture: Concert for flute with Frederick the Great in Sanssouci, Adolph von Menzel)

De Monteverdi a Bach

La llegada del siglo XVII trajo consigo una importantísima transformación estilística que redefinió el arte musical occidental. De las innovaciones de la Camerata Fiorentina a finales del s. XVI se gestó la ópera, paradigma de la gran variedad musical que vivió el siglo y medio de arte Barroco[2]. El stile moderno [3] también se plasmó en el ámbito religioso del oratorio y la cantata.

El repertorio instrumental se amplió gracias a una nueva oleada de compositores. El recurso del bajo continuo y el progresivo avance en los instrumentos de teclado promovieron el auge de la música de cámara, haciendo de los siglos XVII y XVIII una fuente inagotable de suites, sonatas y también de conciertos. A esta abundancia le acompañó un perfeccionamiento técnico inédito hasta entonces, cuyas aplicaciones no sólo se manifiestan en lo interpretativo sino también en lo industrial y en la aparición de la figura del luthier[4].

Redescubrimiento

La práctica de la música barroca en sí misma no es, a diferencia de la medieval o renacentista, una corriente totalmente innovadora, ni siquiera relativamente. Fue en el siglo XIX cuando algunos compositores románticos empezaron a desempolvar para el público de su tiempo los grandes maestros barrocos. De hecho, ya es sabido que el redescubrimiento de Bach se debe en buena medida a Mendelsohn en su afán por dirigir La Pasión según Mateo, BWV 244 en 1829. Franz Liszt solía interpretar las sonatas de Scarlatti en sus giras por Europa, y grandes nombres como Haendel o Telemann también resonaron modestamente. Pero, en cualquier caso, no constituyeron en modo alguno interpretaciones historicistas. Algunos otros como Corelli, Vivaldi, Couperin, Lully, Purcell, Antonio Soler, Gaspar Sanz, Arne, Caldara y tantísimos otros ya habían caído en el olvido antes de la Primera Guerra Mundial, incluso en sus países.

Al igual que con la música renacentista y la medieval, la recuperación de la música barroca nunca trascendió hasta acabada la Segunda Guerra Mundial. Fue el anglo-francés Arnold Dolmetsch (1858-1940) el que publicó en 1916 el primer tratado[5] de interpretación historicista basado en fuentes antiguas; desde Frescobaldi a los tratados de Quantz, entre otros. El tratado explicaba los adornos, el valor desigual de las notas iguales, la ejecución del bajo cifrado y la importancia de la improvisación. Otros precursores como Wanda Landowska, Nadia Boulanger, Fritz Rothschild[6] o Georg Schuenamann en cierto modo, allanaron el terreno para que la siguiente generación de especialistas asentara las bases del historicismo musical.

En países como Holanda esas bases cimentaron primero, gracias a figuras como Jaap Schröder y Gustav Leonhardt durante los años 60, y relevadas por otras como Jacques Ogg y Trevor Pinnock (este último en Gran Bretaña). En esa época, también Solti y Karajan incursionaron este campo en célebres ocasiones. Francia y luego Italia se sumaron al historicismo musical de manera similar a España. Aquí, concretamente en Cataluña, hay que resaltar la formación Ars Musicae[7] y sus directores Josep Maria Lamaña y Romà Escalas como pioneros en la materia. La vertiente más barroca de Jordi Savall quizás se encuentra en La Capella Reial de Catalunya, fundada por él junto a Montserrat Figueras, y Le Concert des Nations. Desde los años 90, han aparecido multitud de agrupaciones especializadas en Barroco y Música Antigua, muchas de las cuales pueden encontrarse en la web Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua (GEMA).

 (Photo: Arnold Dolmetsch, a la derecha  

Eventos

Aunque al igual que en temporadas anteriores, el programa de música antigua del Auditori se centra mayoritariamente en un repertorio que comprende desde el 1600 hasta finales del s. XVIII. No hay razón para limitar la HIP solamente a músicas de compositores anteriores al período clásico.

Así pues, esta temporada Jordi Savall completará la programación de grandes conjuntos con su Capilla Real de Catalunya, que una temporada más repite como grupo residente. Bajo el ciclo El So Original, Savall inauguró la temporada en octubre con el oratorio de Vivaldi Juditha Triumphans, y seguirá con obras maestras de Johann Sebastian Bach e incluso Ludwig van Beethoven. También habrá fechas para asistir a Marc’Antonio e Cleopatra de Hesse y al Sabat Mater de Pergolesi.

En el Palau de la Música, además del ciclo Palau Bach, podremos asistir a un integral del Padre Soler, de la mano del Casal-Quartet y el magnífico Diego Ares.

Al Gran Teatre Liceu vuelve, 5 años después, Agripina de Haendel, compositor que figura en el puesto nº 12[8] como más representado en los teatros de ópera del mundo.

Además de conciertos y festivales importantes como el de Utrecht, Boston o el de Innsbruck, cabe decir que los festivales y cursos de música barroca por todo el mundo son innumerables. En España, por citar alguno, cabe destacar el curso de la Universidad de Salamanca.

Punto de encuentro y actualidad

El Barroco tardío, especialmente el de los últimos compositores nacidos entre 1678 y 1685, es territorio común entre los que persiguen la fidelidad histórico-musical y los que no, lo que permite a estos últimos incluir obras de estilo barroco en programas de concierto más variados y menos historicistas.

En ese terreno común, sería imposible obviar nombres de la talla de Bach, tan universalmente interpretados por instrumentos de época como por instrumentos actuales. El debate entre los que prefieren escuchar (y tocar) el Clave bien temperado al piano y los que lo prefieren al clavecín ya está, en cierto modo, bastante superado. Según Alfred Brendel[9] “el piano permite en Bach potenciar el contrapunto al individualizar cada voz”. Sin embargo, Brendel también declara: “en mi opinión, Scarlatti pertenece casi exclusivamente al clavicémbalo”.

Existe el viejo debate (sobre todo en pedagogía) de si la música de Bach debe interpretarse metronómicamente, sin acentos y estrictamente con la ornamentación visible. También el de si la música vocal debe interpretarse con coro o con pocos cantantes por parte. Y como éstos, existen muchos otros.

Así pues, aunque en el mejor de los casos se disponga de instrumentos y fuentes fiables para la interpretación, siempre quedará un componente subjetivo anexo a cualquier recreación y actividad artística. Eso es algo que cualquier consumidor de música, sea del siglo que sea, está dispuesto a asumir, al menos mientras el arte siga siendo una facultad necesariamente humana. Con todo, antes que purificar el historicismo, habría sido más razonable tratar de erradicar los prejuicios hacia el Barroco, derivados del sistema pedagógico y educativo, y reducir la ignorancia o al menos, esa lamentable falta de interés en la juventud de hoy en día, es decir, del público del mañana.

Para despedir el editorial, qué mejores palabras que las del clavecinista y director Trevor Pinnock: “si la música barroca te parece aburrida, la culpa es de tu profe”.

(Photo: Pacific Baroque Orchestra

Webs de interés

https://www.fundaciocima.org/

https://asociaciongema.wordpress.com/about/

https://www.auditori.cat/ca/concerts

http://www.palaumusica.cat/es/programacion_314?subset=upcoming

[1] HIP por sus siglas en inglés (Historically Informed Perfomance).

[2] Por convención, el período barroco se establece desde 1600 hasta la muerte de J. S. Bach en 1750. Es prudente apuntar un período de transición al Clasicismo desde 1730, conocido como preclasicismo. De todos modos, cabe recordar que ni a la Historia ni al Arte les gusta hablar de fechas exactas.

[3] Estilo moderno, caracterizado por el uso de la monodia acompañada en contraposición al stile antico, de carácter polifónico.

[4] De esta época provienen ya los cotizados apellidos Amati o Stradivari. En 2014 una viola Stradivarius se subastó por 33 millones de euros.

[5] The Interpretation of the Music of the XVIIth and XVIIIth centuries.

[6] Autor de Lost Tradition in Music, tratado en el que se abordó el “tempo” en la música barroca.

[7] Aunque su repertorio abarcaba Edad Media, Renacimiento y primer Barroco.

[8] Operabase

[9] De la A a la Z de un pianista, Ed. Acantillado

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