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Sokolov Eminente

Sokolov eminente

By XAVIER RICARTE    MAR. 7, 2019

Año tras año, los amantes de la música clásica esperamos como agua de mayo la visita del maestro Grigory Sokolov. Sin lugar a duda, es uno de los pianistas más creativos de nuestros tiempos. Sus interpretaciones están formadas por una vida interior inigualable y repleta de matices, detalles y singularidades. Creaciones muy propias pero fieles, únicas y con un espíritu compacto y firme. A sus manos, las piezas impregnan al espectador de una enorme fascinación y de gran riqueza anímica ante tal maravilla. 

Beethoven pasaba por la firma de Sokolov en el inicio del concierto. Primero en la Sonata op 2 no 3 y consecutivamente en las Once Bagatelas op 119. 

La 1ª obra se sometía a un cruce de razas, el estilo clásico inspirado en el maestro de Beethoven, Joseph Haydn; pero sin perder la esencia del compositor Ludwig y de la enorme maestría e imaginación del pianista. 

En la Sonata en cuestión, el hilo de la obra se generaba como una magnifica improvisación. Ritmo enérgico y nitidez absoluta en los movimientos rápidos. Y un Adagio precioso, con frases larguísimas y muy bien recitadas. 

En las Bagatelas op 119, Sokolov estuvo a la altura de esta magistral obra. Inocencia, perspicacia, picardía y respeto estaban embalsadas en las manos de su interpretación. 

Tras una pausa de media hora, el concierto reemprendía con las 10 piezas de los opus 118 y 119. En este momento el recital cogía otra dimensión. 

El op. 118 iniciaba con el Intermezzo en La menor con un carácter potente y dramático. I era en el 2º Intermezzo en La mayor donde esta potencia se transformaba en belleza y poesía. Otro contraste en la Ballade la cual tenía una vida interior mas inquieta. Texturas profundas e intensas en el Intermezzo en Fa menor, una desbordante polifonía en la Romanze y también en cada uno de los fragmentos los cuales se podían escuchar cada una de las voces. Belleza indescriptible pieza tras pieza, detalles y construcciones exquisitas a pequeña y gran escala. 

Otro universo poético se abría en las Cuatro piezas del opus 119. Intermezzi y Rhapsodie repletos de disonancias, voces entrelazadas y un espíritu melancólico que se veía muy presente en cada unas de las piezas. 

Unas interpretaciones deslumbrantes y alucinantes. 

En estos conciertos, se ve de la colosal riqueza y la descomunal imaginación que este maestro logra regalar a la humanidad. 

palaumusica.cat

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