Tres amores oscuros y Cinderella, dos conciertos en uno
TELMO SANS RUIZ NOV. 20, 2021 (Photo: ©Kike Barona)
El estreno mundial de la obra Tres amores oscuros, de Enric Palomar, pudo verse realizado este fin de semana en l’Auditori, compartiendo programa con una selección del ballet Cinderella de Prokoviev.
Para la primera obra, concebida para dos pianos, cantaor masculino, cantante femenina y orquesta, se contó con los intérpretes Carles Marigó y Marco Mezquida, con el cante Pere Martínez y la mezzosoprano Lidia Vinyes-Curtis. La dirección corrió a cargo de Josep Caballé, quien a su vez se encargó de interpretar la suite del ballet de Prokoviev.
En el inicio de Tres amores oscuros fue interesante como la obra se movía entre texturas contemporáneas más provenientes de Boulez o Stravinsky, sobretodo cuando la mezzosoprano cantaba, y ritmos más flamencos en las apariciones del cante. El movimiento de un estilo a otro fue muy original, teniendo casi siempre como intermediaria a la percusión, quien tuvo una alta participación durante toda la obra. La pieza siguió durante los tres Cantos con la misma textura y dinámica, las cuales acabaron por repetirse en exceso. Los equilibrios orquestales tampoco acabaron de funcionar en momentos donde las cuerdas sufrían de demasiados “divisi”, frente a unos vientos y percusión demasiado potentes. Fue además desconcertante que en el título se incluyesen a dos pianos “solistas” y que, en casi ningún momento, el compositor les diese este papel. En consecuencia, no se tuvo la suerte de disfrutar de dos grandes pianistas como Marigó y Mezquida en su máxima expresión, los cuales se tuvieron que conformar con el rol de acompañantes que se les adjudicó junto al resto de la orquesta.
El concierto se trasladó seguidamente al post-romanticismo de Prokoviev con una suite del ballet Cinderella. Fue increíble la actitud que mostraron los músicos en esta pieza, contrastada con la que realizaron en la interpretación del estreno de Enric Palomar. Casi parecía que se tratasen de dos orquestas distintas y de dos conciertos distintos. El sonido fue muy limpio y el equilibrio se trató de forma magistral por parte de Josep Caballé. En todo momento se reconocía la maravillosa instrumentación de Prokoviev, siempre presente en todas sus obras. La suite se cerró con el último tema del ballet, Amoroso, el cual se asemeja en exceso al último del ballet Romeo & Juliet, dando pensar que a Prokoviev le gustaba cerrar sus ballets con el mismo estilo romántico-melancólico. Una interpretación magnífica que dejó muy buenas sensaciones tanto de Josep Caballé como de la OBC.