Un Adès incontestable en L’Auditori
TELMO SANS RUIZ NOV. 6, 2021 (©Marco Borggreve)
En el sexto concierto de la temporada de la OBC se tuvo la suerte de poder escuchar dos obras del afamado compositor Thomas Adès. Se trataron del estreno nacional de Märchentänze, concierto para violín y orquesta, y Hotel Suite, de la ópera Powder her face. Al inicio se pudo escuchar también el Vals de Mefisto de Franz Liszt y entre las dos obras que cubrían la portada se interpretó la suite del ballet Les Biches de Francis Poulenc.
En el apartado de la dirección se tuvo el honor de contar con el propio compositor para dirigir a la OBC en sus dos obras junto con Liszt y Poulenc. Para el concierto para violín se pudo contar con el solista finés Pekka Kuusisto.
Se tiene que agradecer que esta vez sí se incorporó un número de intérpretes de cuerdas mucho más digno que el que se había presentado en anteriores conciertos. La primera obra de Liszt sonó, por tanto, con un equilibrio orquestal muy bueno tanto en los tuttis, como en los muchos momentos de pasajes solísticos de la obra.
En segundo lugar, se interpretó el concierto para violín Märchentänze. La pieza está basada en canciones folklóricas inglesas, según explicó Adès, y fue verdaderamente interesante como incorporó el compositor estas melodías en una textura de la orquesta muy contémporanea. Fue muy bonito ver como en muchos momentos de la pieza, gracias a los armónicos utilizados en las cuerdas, uno no podía evitar recordar las texturas de Vaughan Williams en su Fantasia sobre un tema de Thomas Tallis. La semejanza era inevitable, pero se apreció una evolución de texturas muy interesante que vuelve a remarcar el talento de Adès y sus innumerables recursos compositivos. Lo único que se echó en falta fue el poder escuchar más tiempo el registro bajo del violín y de la orquesta, que solo hicieron acto de presencia en contados momentos de la pieza. Destacar el precioso bis que realizó Pekka Kuusisto, después de romper su arco al final de la obra. Utilizar el violín como un ukelele y afinar silbando las melodías que nos trajo está al alcance de muy pocos intérpretes.
Para intermediar entre las dos obras contemporáneas se escuchó la suite del ballet Les Biches de Poulenc, donde se apreció como la orquesta se divertía bajo la dirección de Adès. Se volvió a ver mucho equilibrio y consonancia en la orquesta con la excepción de algunos momentos de los metales donde pudieron haber sonado más juntos.
Para cerrar el concierto, Adès no dejó apenas tiempo de acabar de aplaudir al público para empezar con los tuttis apoteósicos de Hotel Suite. Irrumpió en la sala ese sonido americano tan típico de Adès que nos junta a la vez a Gershwin, Bernstein, Herrmann y en general la música americana del siglo XX. En momentos uno recordaba las fanfarrias de Asyla y en otros uno reconocía melodías jazzísticas sobre una armonía tonal que recorrían los diferentes instrumentos de la orquesta. Adès mostró en esta pieza una maestría en cuanto a instrumentación y composición al alcance de muy pocos compositores hoy en día, añadida a la muy buena dirección que realizó durante todo el concierto.