La Scala de Chailly brilla en el Palau
ISRAEL DAVID MARTÍNEZ OCT. 4, 2022 (Fotos: ©Antoni Bofill)
El pasado lunes 3 de octubre se inauguró, en un auditorio a reventar, una de las temporadas más esperadas, la del Palau 100 en el Palau de la Música Catalana. El invitado para realizar tal evento fue uno de los directores más brillantes de la actualidad, el italiano Riccardo Chailly. Y el maestro milanés jugó sus cartas con sabiduría y vino con su orquesta, la Orquesta Filarmónica della Scala.
Beethoven y Mahler
En la primera parte se interpretó la Sinfonía nº 1 en Do mayor, op. 21 de Beethoven. Aquí se pudieron percibir las intenciones de los intérpretes, habían venido a por todas. La orquesta, los primeros atriles y el director dieron una lección de cómo abordar una partitura difícil y delicada desde los primeros compases. Tras una pausa demasiado extensa –el respetable hubiera tenido tiempo de hacer unas tapas en la Barceloneta– llegó el momento en el que la orquesta demostró su madurez. La Sinfonía nº 1 en Re mayor, Titán, de Gustav Mahler fue descifrada de manera sublime. A destacar la sección de cuerda –sobre todo los primeros violines–, Nora Cismondi al oboe, Francesco Tamiati en la trompeta, Daniele Morandini en el trombón, Andrea Bindi en los timbales y Luisa Prandina en el arpa. Por otro lado, la sección de las trompas ha de realizar un seminario de mindfulness. Se podría decir que en el cuarto movimiento, Stürmisch bewegt, se llegó a lo sublime dejando al público entregado y satisfecho.
La acústica
Una de las cuestiones que los responsables del Palau deberían anotar es que, en el concierto reseñado, se retiraron sabiamente las cuatro primeras filas de platea para dar más espacio a la orquesta. No obstante, lo que también se consiguió es una mejor acústica, en la sala de conciertos, de la que se obtiene cuando se respetan las filas. El humilde consejo del que escribe es que no deberían colocar esas cuatro primeras final ni en los conciertos donde solamente hay un único piano. Es cierto que se perderán butacas a la venta, no obstante, alcanzar una acústica correcta en una sala de conciertos es algo sumamente difícil –la de la Sala 1 Pau Casals de l’Auditori es de juzgado de guardia– y, si se consigue, no se ha de perder.