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Arabella En Tres Actos

Arabella en tres actos

JOSÉ MARÍA GÁLVEZ     FEB. 3, 2023 (Fotos: @Javier del Real)

La última de las seis óperas que resultaron de la colaboración del poeta vienés Hugo von Hofmannsthal (1874-1929) con el muniqués Richard Strauss (1864-1949) fue el opus 79 del compositor, “Arabella” terminada de componer en 1932, tres años después de la inesperada muerte del poeta, y 90 años después del estreno en Dresde (Alemania) llega por primera vez al Teatro Real de Madrid.

Se podría pensar que una ópera a la que se le compara con “Der Rosenkavalier”, ópera que cuenta con el opus 59 del mismo compositor y estrenada 22 años antes, debería tener una mayor representación y difusión de la que ha tenido en nuestro país y más en un teatro de la importancia del Coliseo madrileño, y así es, debería haberla tenido, pero nunca es tarde si la dicha es buena y si el ejemplo fructifica. 

(@Javier del Real)

Tres mujeres, tres maneras

Arabella es la protagonista de esta comedia lírica, y frente a ella, su madre Adelaide y su hermana Zdenka, que la cuidan y la dirigen en dosis parecidas. Adelaide, condesa en ruina por la forma de vida que junto a su marido, el conde Waldner, habitual jugador, acostumbra a llevar, pretende por todos los medios que su hija se case con un aristócrata, en este caso hay tres jóvenes condes que la rondan, para así subsistir y seguir llevando el tren de vida disoluta al que están acostumbrados.

Hay quien ve en esto un reflejo de la Viena decadente de 1860, podría ser, pero más parece la eterna pregunta sin respuesta de una vida con compromisos, compromisos con sus padres para no cuestionar el estilo de vida que le han preparado o compromisos con la libertad de ser feliz cuando ello supone romper con el orden establecido, o compromisos de apoyar a la hermana que por compromiso se ha pasado toda su vida fingiendo, forzadamente, ser un chico, renunciando a la vez a, siquiera, intentar amar a quien su hermana ignora. La hermana, Zdenka, fiel y obediente a las directrices de sus padres, también es una ventana abierta a una actitud nueva y, de nuevo, comprometida, pero no con las apariencias paternas, sino con los sentimientos propios, que pueden provocar, quizás, una felicidad más fuerte. Zdenka toma vida en la soprano belga Sarah Defrise, que supo trazar una muy lograda representación, en lo vocal y en lo escénico donde tiene que representar a su travestido papel de hermano Zdenko, a la vez amigo de quien desea amar. Se revela como un gran talento dentro de un cuerpo pequeño, que frasea y proyecta con seguridad y buen hacer. En su papel de madre interesada por mantener su estatus está agraciadamente la mezzosoprano sueca Anne Sofie von Otter, que logra ofrecernos una condesa escénicamente acertada y vocalmente atractiva. Y entre ellas, la afortunada soprano norteamericana Sara Jakubiak que dibuja en cuatro dimensiones una Arabella que es como un guante en cada una de las situaciones que vive. Segura y divertida con los condes, aceptando su inminente destino de desposarse con uno de ellos para salvar a la familia de la ruina, no se sabe si más por vergüenza o por imposibilidad de mantener el frenético ritmo de vida; igual de segura pero centrada y fiel cuando conoce al extranjero, que casualmente es un gran terrateniente, del que irremediablemente nadie le separará, ni siquiera la propia ceguera terca del interesado, Mandryka, al que el barítono Josef Wagner, uno de los dos únicos austríacos de esta ópera vienesa, levanta sobre el escenario, literalmente por su corpulencia, y figurativamente por su contundencia. Personaje que de rico no sabe ni lo que tiene y que llega a la residencia del conde Waldner por una carambola del destino. Destino que sonríe a los dos y que el conde entiende de forma inmediata al recibir una cantidad indeterminada de billetes de las manos del extranjero, con las que el conde, al que da voz y cuerpo el oro austriaco del reparto, el bajo-barítono Martin Winkler, en esta ocasión elabora un personaje con grandes dosis de comicidad, hasta cuando se pone serio, y correcto de forma general en lo vocal. A destacar la estupenda soprano vasca Elena Sancho Pereg. Ya lo dije en la crónica del 30 de abril del pasado año cuando hablaba de su Susanna en “Le nozze di Figaro, KV 492” de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), voz sorprendente, de calidad y con mucho futuro, en lo que me reafirmo sin lugar a dudas, añadiendo a lo anterior un brillante trabajo escénico, por lo que hay que celebrar la colaboración entre el Coliseo y la soprano. Los tres condes, interpretados de forma desigual por el tenor irlandés Dean Power, el barítono neerlandés Roger Smeets y el bajo estadounidense Tyler Zimmerman representan la nota, inicialmente lúdica y finalmente comprometida que complementan el desarrollo de la historia. Papel más contundente y seguro firma el también tenor norteamericano Matthew Newlin como Matteo, impenitente enamorado de la persona equivocada, pero que finalmente reconoce que no era a Arabella a quien esperaba y deseaba, sino lo que creía que era Arabella, lo que le decía en sus cartas, que como un Cyrano más, eran escritas por su hermana travestida en hermano, Zdenka, con la que después su encuentro sexual sabe sin saber que es a quien deseaba. En papeles menores encontramos a la soprano alemana Barbara Zechmeister que hace una tiradora de cartas algo corta en profundidad, y el madrileño José Manuel Montero como camarero, tenor del que ya he hablado en este espacio, del que mantengo la calidez de su voz. Termina de cerrar correctamente el reparto el barítono estadounidense Benjamin Werth en su corto papel de Welko.

(@Javier del Real)

Escena Loy

Christof Loy, director de escena alemán del que ya hemos disfrutado montajes straussianos como el de “Capriccio, Op. 85”, es el responsable del de esta nueva producción del Teatro Real, pero, a diferencia de la del año 2019, el presente montaje no alcanza la redondez de aquél. Loy deconstruye la Viena clásica para tornarla en una Viena atemporal, más que atemporal sería una Viena psicológica y no física, en este sentido acierta el planteamiento realizado por el director de escena pero contiene elementos que distraen del fondo del discurso musical, con lo que el resultado no da la sensación de redondez esperada, dejando un sabor de inacabado.

(@Javier del Real)

Dirección de David Afkham

La dirección musical ha estado a cargo del titula de la Orquesta y Coro Nacional de España, el alemán David Afkham, seguro, detallista, gran conocedor de la partitura que tenía ante sí, ha sabido conducir una orquesta como la titular del Teatro con destreza sin aristas y sin menoscabo de solistas. Solistas que desde el inicio toman el protagonismo de esta ópera.

Ópera escrita en 1932, año en el que en España se aprueba por las Cortes Generales la primera Ley del Divorcio que tan bien hubiera venido a más de un personaje de la intrincada Arabella, y estrenada en 1933, año en el que un personaje miserable y diabólico con ridículo bigotillo llega al poder en Alemania, es paradigma de una época en la que avances sociales se verían pronto cercenados por machetazos racistas, xenófobos y de variados adjetivos más que conviene retener en la retina de la más profunda memoria para no repetir jamás.

teatroreal.es

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