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Järvi Y Su Mahler

Järvi y su Mahler

ISRAEL DAVID MARTÍNEZ      NOV. 1, 2024 (Foto: ©A. Bofill)

El 28 de octubre de 2024, el Palau de la Música Catalana acogió un esperado concierto del ciclo BCN Clàssics, en el que la violinista Lisa Batiashvili y la Tonhalle-Orchestre Zürich, bajo la batuta de Paavo Järvi, ofrecieron un programa que combinaba obras de Serguéi Prokófiev y Gustav Mahler. La velada se presentaba como una oportunidad para disfrutar de la excelencia técnica y expresiva de Batiashvili, junto con el rigor y la calidad de una orquesta de renombre internacional.

La primera parte del concierto comenzó con el ‘Concierto para violín y orquesta n.º 2 en Sol menor, Op. 63′ de Prokófiev, una obra que, a pesar de su exigencia técnica, carece de la profundidad de otras composiciones del repertorio. Sin embargo, Batiashvili supo dotar al concierto de carácter y vitalidad, desplegando una gran precisión en los pasajes rápidos y una expresividad contenida en los momentos líricos. Su interpretación, sin embargo, se vio afectada por cierta tensión con el director, Paavo Järvi, cuyas indicaciones parecían entrar en conflicto con la visión de la solista en algunos momentos. Aun así, Batiashvili mostró un dominio absoluto del violín y una personalidad interpretativa que cautivó al público, a pesar de las dificultades interpretativas derivadas de una lectura que, en conjunto, resultó algo fría.

En la segunda parte, la orquesta abordó la monumental ‘Sinfonía n.º 7 en Mi menor’ de Gustav Mahler, una obra compleja y llena de matices. Paavo Järvi logró una ejecución técnicamente solvente, y en el tercer movimiento, el ‘Scherzo. Schattenhaft’, destacó por su precisión y su manejo de la atmósfera oscura y fantasmagórica que exige la partitura. No obstante, la interpretación general de la sinfonía fue plana, y la falta de un tratamiento profundo de los tempos progresivos restó intensidad a los momentos culminantes. A pesar de la claridad y precisión de la orquesta, la interpretación careció de la profundidad emocional y el impulso progresivo que caracterizan las mejores lecturas de esta sinfonía.

Dentro de la orquesta, la concertino Julia Becker sobresalió con una interpretación de gran sensibilidad y calidad técnica, aportando un toque de distinción a un conjunto que debe luchar más para estar al nivel de las grandes orquestas del continente. Aunque la Tonhalle-Orchestre Zürich cumplió con un nivel correcto, faltó ese destello de trascendencia que Mahler exige y que eleva la interpretación a una experiencia profundamente conmovedora.

Más información:

bcnclassics.cat/es

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