Sociedad del entretenimiento
(Photo by Osue)
By JOSÉ LUIS TURINA ENE. 1, 2017
He despedido 2016 y deseado un venturoso 2017 con un correo electrónico dirigido a todos mis contactos en el que no quería dejar pasar la oportunidad de la conmemoración del 400º aniversario de la muerte de Cervantes y de Shakespeare para enviar, como felicitación musical, dos enlaces de Youtube: uno a un fragmento de mi ópera D.Q. (Don Quijote en Barcelona), con libreto de Justo Navarro y puesta en escena de La Fura dels Baus, estrenada en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona en octubre de 2000; y el otro a la grabación íntegra de mis Cuatro Sonetos de Shakespeare, interpretados por el sopranista Flavio Oliver y la ORTVE dirigida por Adrian Leaper, en un concierto celebrado en el Teatro Monumental en abril de 2008.
Pero esa felicitación de año nuevo llevaba, oculta bajo el espumillón, una dosis de veneno: dejar constancia, “como el que no quiere la cosa”, de que ninguna de las dos obras ha recibido a lo largo de 2016 la más mínima atención (salvo alguna excepción aislada), no ya de los programadores de conciertos (cosa para la que un compositor debe estar más que mentalizado), sino de los autodenominados “profesionales” de la información (sea ésta a través de la radio, la televisión o la prensa diaria y especializada), para los que ninguna de las obras ha existido al parecer nunca, o de haberlo hecho no ha merecido ni siquiera su mención de pasada en una simple y escolar reseña de obras musicales basadas en Cervantes o en Shakespeare, como las muchas que se han sucedido a lo largo del año que acaba de terminar.
A veces me pregunto si la crisis económica no es otra cosa que el pretexto perfecto para justificar todas las demás, porque resulta más que sospechosa la coincidencia temporal entre la reducción de los bienes y recursos y la pobreza espiritual de quienes tienen el deber de ocuparse de ellos, bien para administrarlos, bien para dar cuenta de cómo se desarrolla esa labor. Está claro que vivimos en la sociedad del entretenimiento (la “civilización del espectáculo”, como la define Vargas Llosa), y que la obsesión por el “share” y la cuota de audiencia ha hecho ya sus estragos en la programación de los conciertos, con independencia de que su financiación proceda de fondos públicos o privados. Si lo verdaderamente importante no es el interés de lo que se ofrece, sino vender todo el aforo, es evidente que lo que hay que programar es lo de siempre, que cuenta con un mercado incondicional dispuesto a devorarlo una vez tras otra. Y si eso es de por sí poco admisible, menos lo es el ninguneo mediático al que la cultura y quienes la hacen son sometidos continuamente, sin otro objetivo que conducir a la masa aborregada al redil de lo más superficial.
En ese orden de cosas está claro que el creador contemporáneo está condenado al fracaso sin remedio, y a dejarse la piel en una batalla que, en las circunstancias actuales, está perdida de antemano. Pero eso es una cosa, y otra no sublevarse contra una situación tan absolutamente injusta. Lo contrario sería dar la razón, con nuestro silencio, a todos aquellos que están convencidos de que, en el fondo, tenemos lo que nos merecemos.
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Sr. Turina
yo canté su fantástica ópera en el Liceu en 2000. Yo y seguramente otros artistas compartimos absolutamente su opinión. Personalmente ya llegué a la conclusión de que cuánto antes aceptemos que dedicarse al arte en todas sus facetas tiene como único premio la satisfacción personal , antes dejaremos de sufrir.
Le animo a leer , si no lo ha hecho ya , ” la utilidad de lo inútil ” de Nuccio Ordine.
No está preparado el hombre en su mayoría para cambiar la mirada a lo consumible y cuantificable por una mirada a lo bello y que nos maravilla. Estamos desgraciadamente olvidando nuestra esencia y condición humana generación tras generación pero en algunos momentos cuando me dejan alzo la voz como usted y reivindico mi derecho a aplaudir, a sentir y a intentar cambiar esa tendencia social destructiva.
Le doy las gracias por ser un creativo. Por dedicar su tiempo a que personas como yo hayan encontrado un pedacito de sí mismos a través de sus notas..
Yo misma , con estas palabras ahogo mi propio silencio. Ha conseguido usted que suene mi voz ( por segunda vez..)
Un fuerte abrazo y hasta siempre.
Extraordinarios comentarios del Maestro Jose Luis Turina, cuya obra admiro tanto!
Querido José Luis:
He tenido la fortuna de recibir tu correo electrónico despidiendo 2016 y deseándonos, a todos tus contactos…, un venturoso 2017. Para quienes te conocemos, y admiramos, no hacía mucha falta perspicacia leer entre líneas lo que había debajo del “espumillón… cervantino”… “como quien no quiere la cosa”…
Te lo dije en privado, con mi respuesta personal, y me adhiero a la respuesta “viral” que también he recibido.
¡Cuanta razón tienes!
Para nuestra desgracia vivimos en la “civilización del espectáculo”, como bien dice Mario Vargas Llosa; o, dicho en román paladino: “esto es lo que hay…”
Pero, insisto en mi reflexión, ¿hasta cuándo?…
¿Hasta cuándo seguiremos bajo la tiranía del “share”?
¿Hasta cuándo seguiremos exprimiendo el “sota, caballo y rey…” de siempre?
¿Hasta cuándo seguir soportando, año tras año, cómo, para recibir al Año Nuevo, se nos congrega a más de cincuenta millones de personas, que ya es decir…, para presenciar el “circo” de una orquesta “única”, y un espléndido director (sin duda), para oír “valses” y “polkas” cuando por el camino vamos despreciando tanto talento?…
¿Es eso a lo que, de verdad, aspiramos?…
¿Es esa la “inutilidad de lo inútil”…(como bien apunta Cristina Obregón en su comentario)?
¿No nos da vergüenza ajena ver como se idolatra la estupidez humana viendo esas palmadas, de un público enfervorizado, al compás de la “Marcha Radetzky”…?
Creo que en tus palabras está una de las claves: la crisis económica, que es bien cierta, oculta, debajo de ella, una auténtica “pobreza” espiritual que va a ser muy difícil de erradicar.
No hay ánimo que valga para seguir soportando tanto ruidoso silencio…
¡Gracias maestro y feliz Año Nuevo para todos…!
…”Esto es lo que hay”…
Concuerdo totalmente con esta publicación, personalmente me pareció curioso el percatarme de que esta situación al parecer se esta convirtiendo en un fenómeno que afecta a los compositores de música académica (o como deseen llamarle) no solo en su país sino a nivel mundial, lo cual lo vuelve mas complejo y triste aún. Sin duda para ninguna de las cabezas que dirigen los países es indispensable el arte, y al parecer jamás lo será, ya que ven en ella el augurio de su propia caída.
Querido Hosé Luis.
He leído con gran placer tu a
árticulo, está llenos de tremendas verdades. Y retrata a esta nuestra sociedad, sin remilgos, con grandes verdades.
Te felicito y comparto totalmente tu visión. Elena
No hay mucho que añadir a las sabias (y tristes) palabras de José Luis (y a muchas de las añadidas después). Se trata de encumbrar la superficialidad, lo fácil, lo vulgar, la frivolidad y en muchos casos la estupidez más rampante como fenómeno definitorio de esta sociedad idiotizada por la tecnología y la falta de verdadera cultura, donde nada que dure más de cinco minutos, o que no lleve vídeos impactantes, podría mantener la atención de la inmensa mayoría…
Sí, una sociedad cuyo juicio estético se basa -en demasiados casos- en el “me gusta” de las redes, lo que implica que una peña de descerebrados puede hacer que otro descerebrado como ellos se forre en Youtube haciendo la estupidez más grande nunca imaginada (hasta que llega otro que la supera).
En fin, dan ganas de retirarse de este mundo a un lugar en el que las pocas personas que todavía gustan de leer un libro en silencio, o escuchar una música con la concentración necesaria, se juntaran en una comunidad de espíritus afines para compartir su tristeza por el final de la verdadera civilización.
Todo queda dicho en los anteriores comentarios.
¿Qué se puede esperar de una sociedad manipulada por unos medios de comunicación, a su vez probablemente manipulados, en los que las noticias que acaparan titulares y telediarios no son otras que la promoción diaria y obsesiva de absurdos videojuegos de ordenador, del primer grupo de música comercial que pase, o no, por delante de sus narices, del permanente autobombo de bochornosos programas y de la exhibición continua de estúpidas e intrascendentes noticias que no deberían ocupar un solo segundo, ni un simple renglón en ninguna programación televisiva ni medio de comunicación alguno?
Esto es lo que tenemos y es contra lo que al menos hoy por hoy resulta casi imposible rebelarse.
Confiemos con el año nuevo en que antes de que sea demasiado tarde, se ponga fin o se reinvierta esta destrucción sistemática a la que estamos siendo sometidos.
Querido Luís, estoy totalmente de acuerdo con tus comentarios tan precisos como elocuentes.
Estamos en una sociedad vacía de contenido cultural, cultural serio.
luis tiene razon. lo que vivimos es el resultado de lo que nos dijeron nuestros padres y nuestros profesores,o sea de nuestra educacion .Y siempre será así.Y todo ello mezclado con el medio social en que te desarrollas.Y para complicarlo mas , el concepto de lo que esta bien o esta mal es muy distinto en la mente de cada uno de nosotros.Por eso hay que revisar eso de que todos somos iguales.No somos iguales ni fisicamente,ni intelectualmente,ni emocionalmente.Pero Luis tiene razòn.
Querido y admirado José Luis T, Cristina Obregón, Juan de Udaeta y demás admiradores y simpatizantes que me preceden.
Tenéis todos razón (ratio, proporción o parte de “la verdad”, que, como el artículo determinado indica, sólo es una, generalmente inabarcable, por lo cual sólo vemos la ración que nos permite nuestra perspectiva. Pascal diría que sólo se obtiene de la unión de los contrarios). Es más que razonable tu queja, José Luis, relativa a que un año dedicado a Cervantes y a Shakespeare, lleno de catálogos y actividades culturales de todo tipo, dejen fuera señeras obras de un autor consolidado y de un linaje musical como el tuyo. Particularmente, me parece imperdonable y condenados quedan los hacedores de “cultura” (término del que se abusa sin el menor respeto) oficial y oficiosa. Los medios de comunicación diaria, sin pretender excusarlos en su progresiva intrascendencia, están sometidos a grandes presiones económicas para poder subsistir en un mundo digitalizado y esencialmente pirata. Y los periodistas que en ellos escriben, en su mayor parte desconocedores de la trascendencia de su misión en lo que afecta a la mejora de la sociedad, se ven doblemente limitados, por su deficiente instrucción y por la presión del propio medio de comunicación en el que escriben. En cuanto a nosotros, retirarse de la sociedad…, no parece ser la mejor solución, si bien muchos han sido los sabios que a lo largo de la historia han optado por ella, tanto para terapia como para alivio de pesares. Sin embargo, creo sinceramente que la solución no vendrá de nuestras quejas ni de nuestro silencio, sino de nuestra organización. Hemos de organizarnos mejor y “comercializar nuestros productos” (perdón por una idea tan economicista). Me refiero a que hemos de ser prácticos y a que no debemos dejar en manos ajenas nuestros propias creaciones. Propongo organizarnos en una especie de círculo de interesados, que, tomando el correo electrónico como medio de relación interna, podamos establecer un sistema de transmisión permanente de nuestra actividad. Seguro que el amigo Justo Navarro, a quien desde aquí saludo igualmente, podrá echarnos una mano…
Mientras tanto, a ti, querido José Luis, y a todos los demás, os deseo en este 2017, portador de la perfección en su número 7, todo lo mejor, dándoos más motivos de satisfacción que de queja, y haga olvidar al panzudo y jorobado 6 del año que nos ha dejado. Cordialmente.
Querido José Luis, que razón tienes, se puede decir más alto pero no más claro.
Feliz 2017 y espero que aunque ya no sea el año de Cervantes o el de Shakespeare se sigan leyendo y “escuchando” y no caigan en desidia después del empacho!
Mi querido José Luis:
Triste España sin ventura, que dijera Juan del Encina… Desde luego que la crisis económica no es otra cosa que el pretexto perfecto para justificar todas las demás. Como sabes bien que parte de mi vida se desarrolla entre las paredes de un aula (como tantos años hicieras tú mismo), quiero, al menos en ese espacio, entrever una cierta esperanza. Me consta que en muy diversas aulas sí se rindió homenaje a Cervantes y a Shakespeare con mayor altitud de miras a como se hizo en medios más “prestigiosos” al servicio de “profesionales de la información”. Sé que no es una gran sublevación, pero a veces la educación es el primer y más necesario paso…
Ojalá “de tan penosa tristura” nos podamos consolar y el 2017 dé opción a que la cultura despegue unos centímetros del suelo que pisamos.
¡¡Un fuerte abrazo con mis mejores deseos para ti y para los grandes compositores que, como tú, hacen de este mundo un lugar más digno!!
Poco o nada se puede añadir a lo ya dicho por José Luis y demás participantes. Con ser gavísima y tristísima la rotundidad de sus verdades, me pregunto si finalmente el efecto más devastador de este entorno de miseria intelectual y moral no sea sólo la incuria y el ninguneo (que, probablemente, no son tanto producto de la maldad como de algo acaso peor: la ignorancia) sino su pertinaz acción erosiva sobre las voluntades y las sensibilidades, el irlas anestesiando, acomodándolas a la renuncia porque, ya se sabe, ya lo vemos a cada paso, “así son las cosas”, “esto es lo que hay”.
Pero ¿qué hacer? En la práctica, de poco sirve el gesto de acometer a estos poderosos molinos con las solas armas de la razón, si ésta no va acompañada de la astucia y de la fuerza. Sí, “gritos en el cielo, y en la tierra actos”, pero ¿cuáles que estén al alcance y sean eficaces?
Tal vez, como sugiere Enrique, habrá que congregarse en la vieja estación de ferrocarril bradburyana, pero no para aislarse en el consuelo y lamerse en compañía las heridas del espíritu, sino para mantener prendida y fortalecer la llama de la resistencia.
Gracias, José Luis, por levantar tu voz, que es la de muchos, y propiciar que en su interior resuene como eco propio.
Muy bien Luis Aguirre y compañeros, haced eso, alzad la voz, denunciad pero como muy bien dice Quintin Calle, organizad un grupo de interesados, informad sobre vuestras actividades, extendedlas, intercambiad pareceres, sed menos celosos de vuestra intimidad, uníos en un grupo de interesados por la música, por el arte de la música. Y unidnos asimismo a todos los aficionados que os seguimos. Que el 2017 suponga un cambio en este sentido. Lucia Blanco
Naturalmente sono assolutamente d’accordo con ciò che tu hai scritto. La situazione della Cultura contemporanea e particolarmente della musica é molto difficile. Non pensavo che sarebbe stato ancora una volta come era per tanti grandi compositori come Webern o Bartok che non hanno potuto ascoltare le proprie musiche (“solo quando l’ho composta..” disse mio padre una volta”) e tanti altri nel passato.
Speriamo che il 2017 porti delle novità. Bisogna sempre informare e sperare!
Totalmente de acuerdo, pero mientras no cambien las personas de las cuales depende la cultura y su valoración poco o nada podemos hacer. y pongo un ejemplo que refleja lo que estoy diciendo, Hace unos dias se entregaron las Medallas de oro a las Bellas Artes y recayeron en “el Juli” y en Marta Argerich además de Rafael Amargo. Independientemente que a uno le gusten o no los toros( pienso que ya esa hora que esta barbarie deje de ser la “fiesta Nacional” no es posible que se le entregue a un analfabeta como “el Juli” cuyo mérito ( si eso se le puede considerar así) es torturar y matar a un animal con la excusa que es tradición y la misma distinción a una de las pianistas más grandes que existen. Luego mi pregunta es ¿ Quienes forman parte de estos jurados? ¿que nivel de formación tienen y quienes los eligen?Los ciudadanos tambien somos responsables de los dirigentes que nos gobiernan,
Al hilo del comentario de Alicia Díaz, añado mi reflexión respecto al artículo editorial de José Luis Turina: Efectivamente, con motivo del 400 aniversario de la muerte de Cervantes, en algunas aulas hemos tratado de acercar algún ejemplo musical basado en su obra más universal (concretamente fragmentos de D.Q.) a alumnos tanto de Educación Primaria como Secundaria antes de que acabase el pasado 2016. Los resultados fueron muy satisfactorios y muchas veces sorprendentes, por la receptividad de los chavales hacia este tipo de música. Con esto quiero hacer un llamamiento a los docentes en Educación Musical: nuestros alumnos de hoy son el auditorio de mañana, y difícil tenemos cambiar la situación que se describe si no se educa el oído de las futuras generaciones hacia la música contemporánea. Es imposible apreciar y valorar lo que no se conoce. El propio sistema educativo no nos lo pone fácil (el temario de oposiciones a maestros ni siquiera recoge la música del siglo XXI), pero creo que cada uno de nosotros debemos hacer el esfuerzo de acercar a niños y jóvenes la música culta del presente.