a Jane Goodall
By JOSUÉ BLANCO MAR. 19, 2017
Sin duda el de hoy ha sido un concierto diferente, entre otras cosas no siempre tenemos la oportunidad de asistir al estreno absoluto de una obra como Natura contra Natura de Jordi Cervelló, ni de contar con la presencia de una solista como Gabriela Montero interpretando una joya pianística como es el Concierto para piano y orquesta nº1 de Chaikovski, y para coronar el pastel la oportunidad de escuchar una obra fundamental del siglo XX como La Consagración de la primavera. En definitiva, un regalo para los oídos.
Quizás a alguien se le haya hecho extraña la mezcla de estilos y sonoridades por no hablar de la duración del concierto, aún así cabe señalar que Jaime Martín ha sabido llevar al límite a una OBC versátil que se ha sabido adaptar a las diferencias del repertorio.
Como se decía al principio no siempre tenemos la oportunidad de asistir al estreno de una obra y menos en unas condiciones como las de hoy: con el compositor presente, además que el compositor sea “local”, con una orquesta como la OBC y con un auditorio lleno. Felicidades a Cervelló, a Jaime Martín y a la OBC por ello.
No con estas palabras pero quizás si con esta intención, Cervelló se ha referido a este hecho en su pequeña explicación inicial, otro pequeño regalo que hemos tenido: la oportunidad de oír al propio compositor comentar su obra. Una obra con un marcado carácter de concienciación social, que Cervelló dedica a la conocida Jane Goodall, quien se excusó de no poder estar en el estreno en un vídeo que se proyectó justo antes de la interpretación de la obra.
Natura contra Natura pretende evocar los contrastes y la relación de la naturaleza y el hombre: el aire puro, el viento, la lluvia, la naturaleza virgen en contraste con la agresividad y la injerencia del ser humano en la naturaleza, a la vez que expresar la tristeza por la irracionalidad de esta relación para finalmente dejar un interrogante, un final abierto con un cierto toque de esperanza. Cabe destacar el uso detallado y de ricos matices que Cervelló consigue sacar de la orquesta en esta pieza, despuntando sobretodo la cuerda, sección que conoce perfectamente, pero también la percusión.
Natura contra Natura viene a representar una brisa de aire fresco en el panorama musical de Barcelona de la mano de un compositor de la misma ciudad, con una marcada intención de tratar, musicalmente, de problemas globales de primer orden: bravo a Cervelló por su trabajo.
Aunque la primera parte del concierto no acabó ahí. Si la semana pasada tuvimos a Dudamel y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar con la integral de Beethoven en el Palau, en esta ocasión contábamos con la pianista venezolana Gabriela Montero afrontando un reto como el Concierto para piano nº 1 de Chaikovski.
Esta breve crónica no pretende analizar ni comprar las diferencias musicales o políticas entre estos dos grandes personalidades del mundo de la música, aunque sean conocidas y notables, pero si destacar las palabras de Montero antes de iniciar su habitual y reconocida “improvisación clásica” sobre la base de un tema ofrecido por el público: la OBC es “la orquesta de mi casa”, puesto que la “ExPatria-da” venezolana reside desde hace poco más de 1 año en la ciudad condal. Nos alegramos que una pianista de la talla de Gabriela Montero se sienta cómoda en Barcelona y esperamos verla pronto de nuevo sobre el escenario.
Interpretación brillante sin duda, y con gran presencia de la solista sobre una orquesta equilibrada y bien dirigida por Jaime Martín en el 1º concierto para piano de Chaikovski, una de las obras más reconocidas del repertorio del compositor y sin duda de gran complejidad.
Finalmente, como se comentaba anteriormente, Montero improvisó sobre un tema sugerido por el público, en esta ocasión la 5ª de Beethoven. Simplemente sin palabras.
En la segunda parte del programa la orquesta aumentó de talla y envergadura para afrontar otro reto: La consagración de la primavera. Obra más que conocida y que el público de l’Auditori esperaba con expectación y que Jaime Martín dirigió con gran soltura y mucha energía, sin duda una característica clave en esta obra. Si bien los tempi que escogió Jaime Martín para algunos pasajes en su interpretación de esta obra clave, se alejan ligeramente de las versiones académicas que estamos acostumbrados a escuchar en las grabaciones clásicas, ayudaron a transmitir justamente este carácter vital y energético que rebosaba de la partitura de Stravinsky.
En definitiva, una verdadera experiencia sensorial al gusto de todos los paladares musicales, quizás, es verdad, demasiado dispersa o poco coherente en cuanto a una idea programática o estilística, pero en definitiva una interpretación brillante y fresca que nos deja con ganas de más música.
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