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Violeta. Rojo Sobre Blanco

Violeta. Rojo sobre blanco


JOSÉ MARÍA GÁLVEZ     JUL. 22, 2025

Cinco años después, vuelve “La Traviata” al Teatro Real. Ahora libre de mascarillas y distancias de seguridad, para el público y para los intérpretes y personajes. Y lo hace de la mano de Willy Decker como director de escena, junto a Wolfgang Gussmann como responsable de la escenografía, en una producción de la Dutch National Opera & Ballet.

Giuseppe Verdi (1813-1901) estrena la versión hecha por su amigo Francesco Maria Piave (1810-1876) de “La Dame aux camélias” del escritor francés Alexandre Dumas hijo (1824-1895) en el Teatro La Fenice de Venecia el 6 de marzo de 1853 desde entonces su acogida y receptividad no ha decaído por muy conocido que sea su argumento, una y otra vez esperamos que esa Dama, siempre entre flores, sea Violeta o camelia, pero no crisantemo. En estas representaciones se pone de manifiesto esa idea con una escenografía que, en su aparente minimalismo, acoge detalles y matices que la hacen estar viva.

El tiempo en escena

Escenografía viva desde antes del comienzo de la ópera, con el doctor sentado a la derecha del escenario mientras el público se acomoda, sin dejar de hablar. Ese doctor Grenvil, aquí alter ego de la muerte que desde el principio acompaña a Violeta, siempre como una sombra de su propia existencia, su mismo pensamiento. Ora sentado, desde antes de los tiempos junto al reloj que marca el tiempo vivido pero también el que ya casi no queda por vivir, ora como un ánima en las alturas ante la soledad que generan las dudas de un amor imprevisto y no esperado; ansiado y sepultado. La escenografía nos lleva a un mundo en el límite de lo real y de las esferas anímicas. Escenario de blanco, en el que las sombras en las perspectivas curvas, del reloj, de las paredes, en suelo o en altura -recuerda en eso a “La Regenta” que escuchamos en la Sala Fernando Arrabal de las Naves del Matadero en la temporada 2023-2024- nos trasladan del París festivo a la habitación antesala de la muerte, sin que lo parezca. Decker consigue una perfecta compenetración entre el intérprete teatral, el personaje y el carácter de la partitura. No hay situaciones forzadas como vemos tantas veces, en cambio con tan poco material, ya conocido por ser una producción con ciertos años, no deja de sorprender su efectividad. Sobre un escenario blanco, con personajes en negro, domina el rojo de Violeta, con todas sus connotaciones, modificando caracteres y ánimos con fondos florales, ya sea en gris o metamorfeando en colores vivos. Al principio del segundo acto Violeta viste la pureza del blanco. Todo ello acompañado de un inmenso reloj que recuerda en escena el tiempo que queda, más que el que transcurre. Aunque nos acompañe desde el brindis más famoso de la historia de la ópera hasta la muerte y transfiguración de la flor que es Violeta.

Adela Zaharia

El segundo reparto tiene por protagonista a la soprano rumana Adela Zaharia, que si ya dio muestras de profesionalidad en la Gilda del “Rigoletto” de la temporada 2023-2024, en esta Violeta luce sobresaliente. La esencia verdiana a la que me referí en mis comentarios sobre su Gilda se consolida y luce en esta Traviata por encima de las dificultades del personaje. Brilló en las escenas finales, como la “Oh, come son mutata!” en las que los matices son contrastes que destacar. En el papel de Alfredo Germont se encontraba el tenor peruano Iván Ayón Rivas, que hacía doblete estos días con el rol de Arvino en la más juvenil “I Lombardi alla prima crociata” del autor de Busseto. Aquí ofreció un Alfredo convincente, lírico y dramático en la medida que su instrumento se lo permite, el cual fue más apropiado conforme transcurría la representación. Como una sombra junto a él está su padre Giorgio Germont, a cargo del barítono polaco Artur Rucinski, de línea robusta, acorde con el personaje, pero no redondo, no desmerece pero no emociona. En el círculo de Violeta encontramos a Flora en la voz de la elegante mezzosoprano rusa Karina Demurovaque sí convenció en una interpretación segura en lo musical y no menos en lo teatral, junto a ella la Annina de la mezzo española Gemma Coma-Alabert que ya nos tiene acostumbrados a sus acertadas y gratas lecturas como he expresado en más de una ocasión en estas páginas. Por el tiempo de canto que tiene el doctor no sería un papel más que secundario, pero en esta producción, bajo la certera dirección escenográfica de Willy Decker, es la columna vertebral de la obra, no siempre se ve, pero mantiene firme la propuesta. Su función se cumple satisfactoriamente bajo la interpretación del bajo italiano Giacomo Prestia, que en lo musical consiguió dar prolongación a su buena lectura teatralizada de su alter ego. En los papeles menores, por su presencia en el escenario, no por su relevancia musical, encontramos al bajo barítono Ihor Voievodin como un Caballero, digno y correcto, y a un cuarteto de españoles de los que tres ya son habituales en estas tablas y uno de ellos, el tenor Joan Laínez, en el papel de Giuseppe, es la primera vez que lo vemos en el Coliseo, con un resultado que llama a repetir en el futuro. La terna del bajo barítono David Lagares, como Marqués de Obigny, Tomeu Bibiloni, barítono en el cuerpo del Barón Douphol y el tenor catalán Albert Casals como Gastone dan la seguridad de una acertada versión que empasta con los papeles principales. A propósito, el primero de ellos, David Lagares, hace doblete verdiano también con el papel de Pirro en las representaciones en concierto de “I lombardi alla prima crociata”.

Coro y Orquesta

El Coro nos tiene acostumbrados a interpretaciones de nivel y no decepcionó. Puede afirmarse que el cambio de dirección coral no ha supuesto una pérdida de la alta calidad que ya tenía sino una consolidación y crecimiento. La Orquesta acompañó en una lectura potente y moldeada a las voces bajo la dirección de Henrik Nánási, el cual parecía más preocupado por acompañar a las voces que por extraer todo el universo verdiano de la partitura. No obstante, la Orquesta Titular del Teatro Real tiene la suficiente profesionalidad como para estar a la altura musicalmente de lo que se espera de ella.

La velada, tras una muerte, no por esperada menos trágica, se cierra con grandes ovaciones para el elenco sobre el escenario. Verdi difícilmente decepciona y así se cierra esta temporada 2024-2025, bajo los calores de un nuevo tiempo a escena.

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