Cenas de verano: manual de supervivencia
ISRAEL DAVID MARTÍNEZ JUL. 18, 2024 (Foto: ©Ideogram)
¡El verano! Esa estación del año en la que es común recibir una invitación para ir a cenar a casa de unos amigos. Y claro, no podemos simplemente presentarnos en chanclas y camiseta (leer el artículo publicado ayer). Porque aunque el termómetro esté a punto de estallar, la elegancia no debe ser sacrificada. Aquí tienen, estimados lectores, un manual detallado sobre cómo mantener el decoro en una cena estival.
Primero, hablemos del vestuario adecuado. Para las damas, ¿pensaban que podrían llevar un vestidito corto y fresco? ¡Error! La única opción aceptable es un vestido largo. Sí, ya sé que el verano invita a mostrar un poco de piel, pero la elegancia no conoce de temperaturas. Y por supuesto, acompáñenlo con unos zapatos de aguja. ¿Comodidad? ¿Qué es eso? Además, un bolso de mano para completar el look. No estamos en una boda, pero casi. Los caballeros tampoco se libran. Nada de ‘chinos’, esos pantalones que parecen diseñados por el enemigo del buen gusto. La camisa debe ser de vestir, y los pantalones también. Y aquí viene el detalle crucial: el calzado. Si algún hombre osa mostrar sus deditos en una cena estival, se permite llamar a la policía. Sí, han leído bien. Porque no hay mayor crimen contra la moda que el macho muestre los pies al aire en una cena formal o ‘informal’.
Ahora bien, una vez solucionado el tema del atuendo, toca hablar de los regalitos o detalles del invitado. Llegar con las manos vacías es como declarar que uno fue criado por lobos. Así que, ¿qué llevar? Empezemos con el vino. Dos botellas es lo mínimo, y que el precio de cada botella no baje de los 20 €. Nunca llevaremos el vino barato del supermercado de la esquina. Y por favor, un poco de consideración: si la familia es judía, se ha de llevar un buen vino kosher. No queremos ofender a nuestros anfitriones, ¿verdad? ¿O quizás si?
Otra opción estupenda es una gran cesta con una colección de mermeladas inglesas. Porque nada dice “gracias por la invitación” como un surtido de sabores exóticos que probablemente nunca han probado los anfitriones. También es correcto enviar, antes de la cena, una magnífica cesta de frutas exóticas. La hora correcta de ‘ahuecar el ala’ son entre las 00:00 y las 00:30. En el caso de que los invitados no se vayan, pasada esa hora, se puede llamar a Salvamento Civil. Prohibido fumar, a excepción que se disponga de sala específica. Prohibido jugar al bingo o al Uno. Prohibido enseñar álbumes de fotos. Prohibido realizar pase de diapositivas. Prohibido mostrar nuestro magnífico Instagram. Prohibido los móviles encima de la mesa.
Una vez pasada la velada, no crean que los deberes han terminado. Al día siguiente, a una hora correcta, hay que llamar por teléfono para agradecer la extraordinaria invitación. No importa que la comida haya sido mediocre o que hayan pasado la madrugada sentados en el inodoro. La llamada de agradecimiento es un ritual sagrado. Y si realmente quieren destacar, pueden enviar una planta exuberante como muestra de infinita gratitud.
En resumen, asistir a una cena de verano a casa de unos amigos es un campo minado de reglas no escritas y expectativas de etiqueta. Pero con un poco de esfuerzo –y mucho sentido del humor– pueden navegar con gracia y salir victorioso. Porque, al final del día, la elegancia no se trata solo de lo que se lleva puesto, sino de cómo uno se comporta y demuestra su consideración por los demás. Y si eso implica sufrir un poco en el proceso, pues que así sea. La cortesía bien lo vale.