La música de Rodríguez Valenzuela inaugura el Sampler Series
By GERARD ERRUZ OCT. 4, 2018
Vuelve el ciclo Sampler Series en el Auditorio. Una muy buena oportunidad para escuchar las propuestas musicales actuales de compositores e intérpretes, tanto locales como internacionales. Este primer concierto nos ha traído el conjunto barcelonés CrossingLines, ya habituales en el Auditori, para presentar un programa dedicado a Manuel Rodríguez Valenzuela.
Un inicio arriesgado
Valenzuela había preparado dos nuevos arreglos de dos piezas barrocas extraordinarias: Le chaos de Jean-Féry Rebel y el Aria para bajo “Ächzen und erbärmlich Weinen” de la cantata Meine Seufzer, meine Tränen, BWV 13 de J. S. Bach. Propuesta arriesgada que desgraciadamente no ha acabado de funcionar. La pérdida sufrida en estos arreglos ha sido mayor que sus virtudes. En el caso de la obra de Rebel, que sigue vigente gracias a un acercamiento a la expresividad del ruido totalmente innovador para su época, la versión de Valenzuela ha sabido a poco. Se resentía de la poca cohesión instrumental y hasta algunos solistas se veían sobrepasados por el acompañamiento. El Aria de Bach ha empezado mucho más consciente de su formato, que remitía a sonoridades del barroco pero añadía un elemento discordante: el trombón con sordina sustituyendo la voz del bajo solista. El resultado final resultaba forzado, obligaba a imaginarse la obra original y llegaba a sonar a una reducción MIDI de ésta en algunos pasajes. Nos podríamos preguntar qué sentido tiene hacer nuevos arreglos de estas músicas tan marcadas por su contexto histórico. Viene a la cabeza el ejercicio pop que hizo Max Richter con las Cuatro Estaciones de Vivaldi, donde recompuso cada sección de manera elocuente para presentar esa obra en un formato muy en la línea de la música mainstream actual.
La CrossingLines en su salsa
La segunda parte del concierto ha disipado las sensaciones del inicio. Estrena absoluta de la versión completa de 29, una obra que ha acompañado la CrossingLines desde sus inicios. El conjunto ha podido lucir control de las técnicas extendidas, del ritmo, de la comunicación excelente con su director. La mesita de las percusiones se ha llenado de objetos cotidianos reconvertidos en instrumentos: unas copas que resuenan a la acción de un arco de violín, unos peines amplificados y unas limas de uñas, entre otros. La pieza comienza con sonidos estridentes en los vientos, y enseguida incorpora un piano pregrabado que marca el transcurrir de toda la obra. La parte central cambia radicalmente la textura sonora y nos ofrece un mar de sonido pausado, que tiende a caer infinitamente hasta la reaparición repentina del piano. Una interpretación muy buena que ha entusiasmado al público y que ha hecho olvidar el inicio irregular del concierto. Y es que el riesgo se agradece, primero, porque es escaso en la programación de las grandes salas y, segundo, porque consigue cuestionar el papel de la música en nuestra sociedad.