Dudamel: puro talento
(Photo by Mark Hanauer)
By ISRAEL DAVID MARTINEZ MAR. 16, 2017
Integral de las Sinfonías de Beethoven
Domingo 12 de marzo de 2017
Sinfonía nº 1, en Do mayor, op. 21/ Sinfonía nº 2, en Re mayor, op. 36/ Sinfonía nº 3, en Mi bemol mayor, op. 55, “Heroica”/ Sinfonía nº 4, en Si bemol mayor, op. 60
Lunes 13 de marzo de 2017
Sinfonía nº 5, en Do menor, op. 67 /Sinfonía nº 6, en Fa mayor, op. 68, “Pastoral”
Martes 14 de marzo de 2017
Sinfonía nº 7, en La mayor, op. 92/ Sinfonía nº 8, en Fa mayor, op. 93
Miércoles 15 de marzo de 2017
Sinfonía nº 9, en Re menor, op. 125, “Coral”
Julianna di Giacomo, soprano. Tamara Munford, mezzosoprano. Joshua Guerrero, tenor. Soloman Howard, baix
Orfeó Català (Simon Halsey, director / Pablo Larraz, subdirector) Cor de Cambra del Palau de la Música (Simon Halsey, director)
Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela. Gustavo Dudamel, director
Fuerza, ilusión, belleza, tour de force , máxima concentración, vivacidad desbordante… son algunas expresiones que durante estos intensos últimos cuatro días, quizás demasiados, se han escuchado entre el público, entregado desde el principio, del Palau de la Música Catalana en relación a la gran proeza que ha realizado una orquesta formada por intérpretes muy jóvenes y un maestro, también joven, llamado Gustavo Dudamel.
Tras los cinco conciertos de la Orquesta Sinfónica Simón Bolivar de Venezuela, ¡dos el primer día!, tras las 9 Sinfonías de L. van Beethoven, sin olvidar las oberturas Egmont y Coriolano, tras siete horas de música en vivo, tras las mismas horas de emisión online y en directo para todo el planeta, tras cuatro días de máxima tensión, nervios, sudor y cansancio, tras colas y más colas para acceder a la sala de conciertos y a los lavabos –el de caballeros se estropeó–, ha llegado el momento de reflexionar, de observar ciertas cuestiones.
La idea de programar la integral con la citada orquesta, y por consiguiente con su director titular, ha sido un auténtico acierto. Pocos conjuntos tienen la capacidad de encerrarse durante cuatro jornadas sin descanso y proponer una integral de tanta calidad. Así que para empezar hay que, por un lado, dar la enhorabuena a todas las personas vinculadas al Palau de la Música Catalana que han hecho posible que este sueño maravilloso se haya desarrollado de manera correcta. ¿Se puede hacer mejor? Sin duda: –Programar dos conciertos en un solo día no es bueno ni para los músicos, ni para el director (mostró síntomas de cansancio en la cuarta sinfonía), ni para los que, como público o como periodistas, decidimos realizar el pleno. –No convocar a toda la prensa que sigue y escribe sobre lo que se realizan en el Palau de la Música Catalana para poder conversar y entrevistar a Dudamel y no estar acreditados para todos los conciertos son dos circunstancias que deberían corregirse. –No exigirles puntualidad a los intérpretes, se llame Dudamel o Perico de los Palotes, no ha aportado seriedad al evento. Hemos tenido retrasos de hasta 16 minutos para dar inicio en algún concierto.
No obstante, reitero mis palabras, enhorabuena a todos.
Pero no olvidemos a los verdaderos protagonistas. La Simón Bolívar es una orquesta singular. Desde el primer momento mostró fuerza y ganas por hacerlo bien, de esa manera se metió rápidamente al público en el bolsillo. A partir de la Sinfonía nº 5 cambiaron algunos solistas importantes como el primer oboe, el primer clarinete, algunos metales y el timpani. Tanto los primeros como los asistentes hicieron un trabajo meritorio. Los instrumentistas de cuerda fueron recurrentes y los encargados de las diferentes secciones realizaron un esfuerzo loable. Si debemos mencionar a alguno deberíamos hablar del gran trabajo realizado por el concertino , Alejandro Carreño, y también por el primero de los segundos violines, Moisés Medina. Este último, nos robó el corazón, tiene la costumbre de mirar a los ojos al público de la primera fila y enseñarles cómo se debe interpretar tal o cuál pasaje…¡se sabe las sinfonías de memoria!
Y por fin llegamos al responsable final. Gustavo Dudamel es un director de moda que, para algunos, y debido a su juventud, todavía le falta la experiencia necesaria para aportar algo trascendental a la obra de arte más grande de todos los tiempos. Y quizás no les falte razón, no obstante, hay que reconocer que el venezolano tiene un don mayúsculo que consiste en transformar aquella música que hemos escuchado cientos de veces en otra que atrapa y sorprende. Pocas veces he visto a un auditorio tan concentrado como en el primer movimiento de la Sinfonía nº 5 o en los dos últimos de la séptima. Dudamel desborda talento y cualquier orquesta del mundo debería apreciarlo.
Otra de las cuestiones sobre la que deberíamos reflexionar es la lección que ha dado una orquesta de jóvenes intérpretes venezolanos al interpretar, de arriba a abajo, a Beethoven en suelo europeo. Se podría decir que se nos ha quedado una expresión un tanto extraña y, en estos momentos, no sabemos de qué manera debemos regresar a los auditorios de nuestra queridas, y a veces rancias, orquestas. Desconocemos quién va a inspirarnos, tal como ha hecho Dudamel, para ir y volver, día tras día, hasta una sala de conciertos como si fuera lo más importante en nuestra vida.
Tel.932–957–200, palaumusica.cat
Los comentarios están cerrados.
Buena información,Israel. Aunque es cierto que interpretar el ciclo sinfónico del maestro de Bonn al completo, mas algún extra, de esta manera, sea digno de elogio, creo que se debería dar mas tiempo entre una y otra obra. No vaya a ser que se caiga en el mero alarde y se dejen pasar ciertos detalles. pero claro, dependemos del tiempo. No obstante, seguro que habréis disfrutado enormemente del entusiasmo de Dudamel y compañía. Ojalá tuviéramos por aquí algo parecido. Saludos.
Excelente reflexión Federico. ¡Un fuerte abrazo!