By PAULA SANCHEZ LAHOZ     ABR. 26, 2017

Palau de la Música Catalana.

El Opus 76 de Joseph Haydn recoge algunos de los más destacados cuartetos del compositor. El Hagen Quartett es una de las formaciones de cuarteto más destacadas del momento. Un concierto impagable.

Las cualidades que reúnen los Hagen son muchas, pero por encima de todo, la sinceridad, la pasión y el compromiso. Cada nota que nacía de los Stradivarius Paganini era una perfecta amalgama de la paleta de cualidades. El sonido, como un pincel pintando distintas líneas a la vez, parecía emanar de un solo instrumento para convertirse en la pureza haydniana. Las ideas, la música, se palpaban, una vez era suficiente para explicar el más ínfimo detalle. La mímica de la música, la parte más visual, fue fascinante: cada gesto reproducía hasta la mínima intención, y no era cosa de uno, todos participaban de la misma raíz de forma, casi, sincrónica.

A veces, tendemos a pensar que la música germánica tiene que ser interpretada de un modo inflexible, donde no cabe un rubato, donde todo tiene que estar premeditado al milisegundo, sin libertad alguna. El cuarteto austríaco demostró estar más allá de los pretextos y convenció con una flexibilidad de tempos inhabitual pero excepcional, con un orden invisible pero existente que lo convirtió en una música totalmente natural. Sobretodo, en el Andante o più tosto allegretto del Cuarteto núm. 2 en re menor Op.76 “Quinten” donde Lukas Hagen demostró que jugar con el tempo es posible sin que quede fuera de contexto.

Las posibilidades dinámicas que ofrecieron se extendieron desde el pianisimo más íntimo y personal hasta el fortisimo más formidable. Eso sí, sin olvidar nunca al último oyente de la sala ni omitir la búsqueda de un sonido solemne y majestuoso. No fue necesario hacer ningún esfuerzo para comprender el mensaje final. Las voces interiores hicieron un papel muy remarcable, dando cuerpo e identidad al grupo, esenciales y necesarias.

La experiencia es un grado, dicen. Sea como sea, el Hagen Quartett lleva más de treinta años exhibiendo su inconcebible genialidad y compartiendo su eterno conocimiento. Que sean muchos más.