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El Poder De La Música

El poder de la música

JOSÉ MARÍA GÁLVEZ     FEB. 15, 2020

Sobre el conocido cuento de El flautista de Hamelin, George Benjamin (1960) junto al que ha sido su inseparable libretista tras esta primera incursión en el género, el dramaturgo Martin Crimp (1956), realiza una ópera de cámara en la que desde el primer acorde el interés se mantiene y crece, y no por lo que vaya a pasar, pues la historia del flautista de Hamelin es lo suficientemente conocida como para saber que éste se llevará a los niños de la ciudad ante la soberbia de las autoridades, la inocencia frente a la soberbia, o la música frente al ruido sordo, el que no se escucha ni a sí mismo.

La primera de tres óperas

El interés de Into the Little Hill, que así se llama la ópera, está en el tratamiento de las voces, del grupo orquestal, de los ritmos y las armonías, del mundo sonoro que Benjamin teje y desteje haciendo que pasajes rítmicos, que podrían recordarnos al Stravinsky (1882-1971) de Le noce, devengan en corales armónicos con reminiscencias messiaenanas, si bien es el Britten (1913-1976) de The turn of screwel que emerge en la memoria haciendo recordar aromas propios, llevando a pensar que nombre de uno y apellido de otro sean algo más que una coincidencia, y todo ello con una soprano, una mezzosoprano y 18 instrumentistas y sin que se fuerce el discurso musical sino antes tejerlo de sutilezas que de forma fluida y natural conducen el desarrollo buscado por Benjamin. Lenguaje que se verá desarrollado y perfeccionado en las dos siguientes óperas del londinense, Written on Skin, estrenada en el Festival d’Aix en Provence en julio de 2012 de donde se editó una grabación en el sello Nimbus Records, sello que ha grabado hasta en dos ocasiones Into the Little Hill, que nos permite conocer mejor al que algunos llaman el más importante autor de óperas del siglo XXI y, la última por el momento, Lessons in Love and Violence, estrenada en 2018 y que en España podremos escuchar en primavera de 2021, también ha sido grabada, esta vez en DVD. Ya quisiéramos este mismo celo fonográfico para no pocos casos nacionales en los que, incluso, alguna de sus óperas no se ha estrenado en España.

A todo ello ha colaborado un excelente elenco de la Orquesta Sinfónica de Madrid, titular del Teatro Real, con sonoridades tan inusuales como acertadas tímbricamente como las tejidas por los corni di bassetto y el clarinete bajo o los delicados diálogos entre el cimbalom, la mandolina y el banjo. Así como la dirección de Tim Murray al que quizás solo cabe el reparo de potenciar en exceso los metales que, por otra parte, sonaron con plenitud, buen fraseo y redondez.

Dos mujeres, múltiples personajes

Pero sin duda el componente de mayor paso en el éxito o no de esta ópera es el dúo vocal. La mezzosoprano francesa Camille Merckx con un buen registro grave da vida al Ministro que por un puñado de votos perjura por su hija, lo que acabará provocando que su hija, y el resto de niños de la ciudad, abandonen a sus padres, adultos soberbios y mercantilistas por un mundo “into the little hill”, donde la música les conduce y donde la música crece y más clara se escucha cuanto más profundo se encuentran, lo que no deja de ser una vuelta al útero, a la más primigenia de las purezas y, la también francesa, soprano ligera Jenny Daviet que llena la escena con sus múltiples papeles y que sortea con naturalidad los pasajes más sobreagudos, da vida al Extraño, personaje paralelo o reflejo de ese flautista que no se sabe de dónde ni cómo se aparece con su flauta mágica a resolver el problema que más preocupa al pueblo. Pero este Extraño, como el flautista del cuento, quiere que se le recompense por sus servicios, cosa que no confía que se haga pues ni el dios de los hombres ni la palabra que dan vale gran cosa visto lo visto a lo largo de los siglos, sólo le valdrá si se jura por la inocencia, por la hija dormida. Y ya sabemos como acaba. La soprano francesa desempeña su papel con dedicación pero con algún momento, coincidente con los tutti del metal, de poca proyección.

La danza en escena

La Producción que se ha visto es una colaboración entre el Teatro Real, Teatros del Canal y La Veronal, compañía de danza que pone en escena a 4 magníficas bailarinas, o quizás contorsionistas una vez desarrollan su papel en escena. La coreografía es compleja y Lorena Nogal, Marina Rodríguez, Angela Boix y Núria Navarra se mueven en ella como pez en el agua. La escenografía está en constante transformación, desde el espacio abierto y desnudo del comienzo de la obra hasta el claustrofóbico escenario de caja de zapatos final, producto de Marcos Morau al que hay que agradecer un cuidado trabajo que potencia la interpretación psicológica del “cuento lírico” a la vez que integra y se mezcla con la labor de las bailarinas y de las cantantes a las que facilita en todo momento su actuación, sin pretender posturas o figuraciones contrarias al canto.

Como telonero, un violín

Todo ello fue precedido por la interpretación de las piezas extremas de las Three miniatures for solo violin, obra de 2001, concretamente los denominados A Lullaby for Lality Lauer Lied, todo un dechado de sutilezas que recorre desde las dobles cuerdas a los pizzicati, así comolos pasajes en armónicos o la simultaneidad del arco y el pizzicato que interpretó con acierto y expresión el violinista Enrique Palomares.

La música no es secundaria como dice este Ministro, reflejo realista de una sociedad que a pesar de los cambios nada se mueve, la música guía a los inocentes, a los espíritus puros, a la niña que duerme.

teatroreal.es

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