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Electrónica Y Precisión Berlinesa

Electrónica y precisión berlinesa

CARLOS GARCIA RECHE     NOV. 18, 2019

El prometedor Armida Quartet visitó la sala 2 de L’Auditori el pasado jueves 14 de noviembre en una de las principales apuestas de la temporada de Cámara. El cuarteto invitado, fundado en 2006 y consagrado ya como una promesa del panorama internacional, fue el protagonista de un sugerente programa basado en la relación y el contraste como telón de fondo. Como pilares del formato figuraron dos clásicos de la literatura cuartetística: el Cuarteto de cuerda nº1 op. 18 de Beethoven y el nº15, op. 161 de Schubert; y entre uno y otro, el estreno de Ramon Humet, Fràgil, obra encargo para cuarteto de cuerda y electrónica. Entre lo más positivo de la velada, además de la excelente interpretación del conjunto berlinés, cabe destacar el creciente compromiso del centro con la promoción de obras contemporáneas (camerísticas, orquestales, corales, o electrónicas) así como la relativa buena frecuencia en que tienen lugar estos estrenos y que, a través de los diferentes departamentos, llegan a un público que cada vez acoge con más calidez y familiaridad obras de nueva creación. Aunque todavía distando mucho de ciudades europeas como Zúrich o la propia Berlín, Barcelona en general prosigue su trayectoria para alcanzar la referencia internacional en términos de fomento y difusión de música contemporánea.

El “primero” de Beethoven y el último de Schubert

Aunque fue el segundo en orden de composición, Beethoven plasmó el estudio y la admiración por Mozart y Haydn en el que tradicionalmente (y así lo hizo también su editor en 1801) se ha considerado el más brillante de los primeros seis. Con esa brillantez el Armida, formado por Martin Funda, Johanna Steammler, Teresa Schwamm y Peter-Philipp Steammler iniciaron el recital abordando un Allegro con brio muy contundente y especialmente gestual en el desarrollo. En el segundo movimiento destacó la carga dramática del affetuoso, logradísima por los alemanes con su impecable afinación manteniendo el vibrato justo para una interpretación clásica. Los movimientos último y penúltimo discurrieron con pulcritud y viveza, especialmente para el primer violín que lució sus dotes en el scherzo.

La velada acabó con el último cuarteto de Schubert, que según las fuentes, el autor compondría en tan solo diez días, hecho sorprendente teniendo en cuenta la imponente magnitud de una obra cuya interpretación media ronda los tres cuartos de hora. El Armida sin embargo lo abordó casi sin desgaste aparente y con precisión de principio a fin, pasando por el tenso allegro inicial al pegadizo tercer movimiento y enfatizando los drásticos contrastes del andante y sus característicos tremolos no siempre fáciles de equilibrar.

El estreno

Ramon Humet constituye un representante de una de las generaciones de compositores más importantes de los últimos cuarenta años. Sobre él hacen justicia varios premios internacionales cosechados a lo largo de una carrera en la que, desde hace años, también cabe tiempo para la docencia en el Conservatori Liceu. Esta temporada, Humet es el compositor invitado y el protagonista de tres programas que se darán de 2019 a 2020, de los cuales el primero inauguró el ciclo Sampler Sèries con su Homenaje a Martha Graham y el último ocupará el del 25 de marzo con Llum, una obra coral a capella.

“La fragilidad lleva implícita la conciencia del horizonte de la no-existencia”. Bajo esta premisa, Humet afronta el reto de combinar “instrumentos vivos” con la electrónica, en una propuesta en la que muestras pregrabadas acompañan al cuarteto a explorar los límites de la percepción hacia el registro agudo, potenciando así el “natural desequilibrio” de la formación del cuarteto de cuerda (dos violines, viola y cello). La propuesta de Humet dividida en siete movimientos, (Fràgil ISilenci IIFlor IIIFràgil IVFlor VSilenci VI y Fràgil VII) se ciñe honesta y religiosamente al estudio de la resonancia natural de los instrumentos, resultando en una obra cohesionada por materiales comunes, por la arquitectura global, y por la progresiva aparición de nuevas ideas, claras y translúcidas, y siempre al servicio de un continuo desarrollo natural y progresivo. Además de los armónicos, Humet indaga en las posibilidades del arco y la presión en busca de la fusión entre el sonido y el ruido blanco junto a una electrónica integrada sutilmente en el discurso sonoro.

Bajo los dedos del Armida, Fràgil se desenvolvió asombrosamente teniendo en cuenta la dificultad de la obra y los escasos ensayos con el compositor (y la electrónica), evidenciando las excelentes aptitudes de un cuarteto tan joven. Destacaron los Silenci II y VI y sus etéreas escalas con arcos sin resina y los retos técnicos de Flor III y Fràgil IV. El cuarteto firmó una interpretación sin aparentes fisuras, ofreciendo un espectáculo de precisión berlinesa al servicio de un programa que supo conjugar lo antiguo con lo nuevo.

auditori.cat

escena25.cat

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