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Fa Menor Con El Goldmund Quartet

Fa menor con el Goldmund Quartet

MARTA GUILLÉN     JUL. 15, 2020 (© Gregor Hohenberg)

El Palau de la Música Catalana vuelve a abrir sus puertas después de largos meses de inactividad con un festival muy apropiado: “Estiu al Palau” (Verano en el Palau). En éste, podemos encontrar una gran selección de artistas locales y algunos internacionales. 

El concierto que hoy nos ocupa tuvo lugar el pasado lunes 14 de Julio y fue interpretado por el Goldmund Quartet, nominado ECHO Rising Stars de la temporada 2019-2020. Esta nominación suele ser sinónimo de calidad y, en este caso, el Goldmund Quartet no se quedó atrás. Interpretaron con sutileza, pulcritud y también un justo desenfreno obras de Haydn, Tabakova y Mendelssohn. El grupo, basado en Munich, está formado por cuatro jóvenes músicos. Los cuatro demostraron tener una solidez técnica impecable y una soltura escénica muy natural y cercana. Antes de empezar el violista del cuarteto, Christoph Vandory, hizo partícipe al público de sus ganas de tocar juntos de nuevo por primera vez después de la crisis. Por el silencio atento que reinó durante todo el concierto, parecía que el público también estaba emocionado de disfrutar de nuevo de la música en directo. 

El concierto empezó con el “Cuarteto en Fa menor Op. 20 número 5” de Joseph Haydn. Sobresalieron, por su impecable realización, los contrastes entre forte y piano, a menudo yuxtapuestos a lo largo de todo el cuarteto. Ya desde el principio, el primer tema del primer violín y la viola consiguió un clima que hizo atender hasta a los que aún estaban apagando el móvil. La obra culminó con un cuarto movimiento fugado muy dramático y el cuarteto supo transmitir la seriedad que necesitó  el contrapunto y el modo. 

La segunda obra interpretada fue “The smile of the flamboyant wings” de Dobrinka Tabakova, un encargo para esta gira de conciertos. El violonchelista del cuarteto explicó cómo disfrutaron de la experiencia de composición de la obra con la compositora y, en efecto, parecía una obra hecha a medida, donde el cuarteto fue capaz de demostrar su energía y su pulcritud rítmica. La obra de Tabakova nos transportó a un ambiente entre folclórico y minimalista.  

El concierto acabó con el “Cuarteto nº 6” de Felix Mendelssohn. Sin duda, esta fue la obra estrella del concierto tanto por la ejecución como por el material. El grupo permitió que el primer violín brillara durante todo el cuarteto con su sonido concreto y precioso sin dejar de acompañarlo en todo momento. Los tres se mantenían por debajo, sólo sobresaliendo en los momentos en los que tenían que hacerlo y demostrando su amplitud sonora en los unísonos del cuarto movimiento, donde los cuatro instrumentos se mezclaron y consiguieron una proyección admirable. No faltó complicidad entre los músicos que se escuchaban atentamente y fraseaban juntos, haciendo unos crescendo graduales muy bien organizados que permitieron construir la obra de Mendelssohn con perspectiva, paso a paso.  

Después de los aplausos, el cuarteto regaló a la audiencia el movimiento lento (“Affetuoso sostenuto”) del primer cuarteto del mismo opus con el que empezaron el concierto. Este movimiento permitió que nos fueramos a casa en paz, después del dramatismo y pasión de Mendelssohn. Casi de pasada y para acabar, el joven cuarteto hizo un guiño a su segunda obra tocando, sin siquiera sentarse, una canción folclórica. La paz está bien, pero el humor sí que lo cura todo… o casi. 

Se ha echado de menos la música en directo y, para qué vamos a engañarnos, el tiempo de incertidumbre aún no ha acabado. Para nosotros, los melómanos, la música en directo es una gran aliada y ahora que hemos visto que podemos perderla, es el momento de apoyarla y permitir que cuando todo esto pase aún siga viva. 

palaumusica.cat

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