Gloria de Rattle
© Mark Allan
ISRAEL DAVID MARTINEZ ENE. 23, 2020
Gloria, la tormenta, hizo de las suyas el pasado 21 de enero de 2020 en Barcelona. Se debe reconocer que los aficionados que se acercaron al Palau de la Música Catalana llegaron con cierta alteración: paraguas rotos, agua hasta la rodilla, hojarasca enredada en el pelo… Y ante esa cruda realidad una pregunta golpeaba las mentes de los asistentes, ¿habrá valido la pena venir hasta aquí?
La respuesta es la que es y, obviamente, la dejaremos para el final. Y hablando de final, o desenlace, empezaremos comentando la obra que cerró el concierto. Christus am Ölberge, Op. 85 –Cristo en el Monte de los Olivos– es el único oratorio escrito por Ludwig van Beethoven en el que describe la agitación emocional de Jesús en los momentos previos a su ejecución. La obra se estrenó en Viena en 1803 pero no se publicó hasta 1811, de aquí que lleve un número de catálogo relativamente alto. Según el propio autor la composición musical no le llevó más de dos semanas y aunque esté muy lejos, pero que muy lejos, de ser una obra a la altura del genio de Bonn, encierra momentos de relativa belleza sobre un proyecto enigmático; estrafalario, mejor dicho. En la interpretación la orquesta y coro estuvieron correctos, la dirección atenta, la enérgica intervención del bajo, por parte de David Soar, fue anecdótica ya que el peso recayó sobre el tenor y la soprano. Tanto Elsa Dreisig como Pavol Breslik estuvieron enormes, supieron estar a la altura en aquellos pasajes en los que la escritura roza lo quimérico.
La mencionada segunda parte del concierto –que cualquier persona razonable hubiera programado al principio– no pudo encubrir, enmascarar o silenciar lo que había pasado en la primera. En ella Sir Simon Rattle y su London Symphony Orchestra sentaron cátedra, demostraron cómo se debe interpretar la Sinfonía nº 7, en La mayor, Op. 92 de Beethoven. Deberían destacarse muchos hallazgos pero a modo de resumen: planos sonoros extraordinarios, mimo y detalle en los matices, profundo análisis en las frases melódicas, articulaciones perfectas, sonoridades de ensueño, tempos extraordinariamente efectivos. Y es que Rattle ha compartido con sus músicos ingleses aquellas metas que alcanzó con la Berliner Philharmoniker. Destacar el gran trabajo realizado por el concertino invitado, Andrej Power, y el enorme talento y musicalidad de Gareth Davies (flauta), Juliana Koch (oboe) y Eirik Haaland y Angela Barnes (trompas).
Al finalizar el concierto nuestra querida Gloria, la tormenta, quiso enseñarnos su carácter mas malhumorado y el regreso al hogar fue pavoroso. ¿Valió la pena cruzar calles anegadas, arañarse las piernas con los árboles caídos y clavarse en el ojo una de las varillas del paraguas? Por una Séptima de Beethoven, con Rattle al frente, uno debería ser capaz de invitar a Gloria, la tormenta, a cenar y disfrutar del mal tiempo con buena música… y una gran sonrisa.