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Kavakos & Pace

Kavakos & Pace

(Photo by Antoni Bofill)

By PAULA SANCHEZ     ENE. 26, 2017

Un Beethoven sereno y clásico conformó el segundo concierto de esta temporada de Kavakos y Pace en el Palau.

El primer contacto de la noche, con la Sonata núm. 4 en La menor Op.23, fue una pequeña muestra de lo que se confirmaría a lo largo de la velada: un duo de envidiable solidez. La inocencia del segundo movimiento, la sinceridad y la franqueza de la música, estuvieron más que manifiestas como atributos en la ejecución del duo. Aun así, no olvidaron el brío e ímpetu del primer movimiento, así como tampoco la picardía del tercero.

La tenacidad y sincronía del conjunto se hizo todavía más expresa en la Sonata núm. 5 en Fa Mayor Op.24 “Spring”, donde la naturaleza jovial de la obra trascendió al violín de Kavakos de sonido cálido, aterciopelado, con el piano de Pace arropando cada nota como única y singular. Sería imperdonable no mencionar el inicio del segundo movimiento, Adagio molto espressivo, donde el pianista consiguió que, un 26 de enero lluvioso, se abriera la primera flor de la primavera prometida.

Los intérpretes habían ilustrado, hasta este punto y en cada uno de los movimientos, su estilo, fieles a él sin excepción: la corrección, la pulcritud, la transparencia y la claridad ante todo. Pulcritud que algunos considerarían quizás excesiva, teniendo en cuenta el temperamento de Beethoven, pero que sin duda marcó la interpretación en todas y cada una de las tres Sonatas. Contribuyeron varios factores a lograr esta pureza, el dominio técnico completo de Leónidas Kavakos, con un control absoluto del arco y una mano izquierda totalmente fluida; y la nitidez al piano de Enrico Pace, con el uso magistral del pedal y una inventiva asombrosa. Asimismo, el concepto de sonido de ambos y el trabajo camerístico fueron esenciales.

La segunda parte del concierto, conformada por la Sonata núm.10 en Sol Mayor Op.96 “The cockrow”, mostró un Beethoven más maduro pero, aun así, los músicos exprimieron el estilo propuesto desde el inicio, creando una sensación de cierta austeridad en el primer movimiento que evolucionó hacia el final y logró una interpretación equilibrada y más osada que el principio, si bien, el gallo no ofreció su mejor canto.

Un concierto donde no solo el violín y el violinista fueron los protagonistas, un concierto donde el piano y el pianista entrañaron un gran papel. Una excepcional lección de música de cámara.

Tel.932–957–200, palaumusica.cat

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