Las cruzadas como telón de fondo

JOSÉ MARÍA GÁLVEZ JUL. 25, 2025 (Foto: Javier Del Real)
“I Lombardi alla prima crociata”, cuarta de las óperas de Giuseppe Verdi (1813-1901)con su libretista de cabecera en aquella época, Temistocle Solera (1815-1878), que también lo fue de la anterior “Nabucco” escuchada aquí en la temporada 2021-2022 . El mismo libretista compuso algunas óperas y llegó a ser director de este Coliseo Madrileño en el que ahora se representa, por obra y gracia de su algo más que amiga Isabel II.
“I Lombardi alla prima crociata”, estrenada en el Teatro alla Scala de Milán el 11 de febrero de 1843, con libreto del mencionado Temistocle Solera, está basada en un poema homónimo de Tommaso Grossi (1790-1853), mas no es más que una excusa para tejer una historia de las crudas relaciones sempiternas, desde Caín y Abel, de la humanidad, a escala familiar y a escala global. Rencillas y crímenes filiales y rencillas y crímenes étnico-religiosos. Este es el caldo de cultivo, con la primera cruzada como fondo argumental, para que el joven Verdi se lance con ganas y juventud a dos hora y media de música fresca, lejos de un “Otello” o de “La Traviata”, ópera que se está representando a la par en el Teatro Real, con parte de la plantilla en sendas piezas verdianas.
El libreto nos cuenta, sobre un fondo de liberación religiosa propia de las primeras cruzadas, como cristianos y sarracenos se matan por la ciudad santa de Jerusalén, la perdición de una familia: hermanos, Arvino y Pagano, enfrentados por una mujer, Viclinda, que lo es del primero y por un crimen, la caída en desgracia del parricidaPagano, parece a propósito el nombre, fratricida frustrado que mata a su padre en vez de su hermano, su huida y conversión en ermitaño cuasi oráculo, desconocido a los ojos de su familia, de la que se esconde. Cómo intenta limpiar su alma, cómo bautiza al príncipe sarraceno, Oronte, cómo bendice la unión con su sobrina, Giselda, y cómo muere exculpado de sus pecados, en el momento de la liberación de la ciudad santa.
La música del joven de Busseto, se mueve con libertad y sin complejos de lo festivo a lo lúgubre y de lo recogido a lo exaltado, del amor divino al amor terrenal, como dice el coro femenino en la escena primera de la ópera, “nell’ora dei morti perché dal gran tempio diffondesi intorno festevole suono?”, y a ello ayuda sin duda la dirección firme, decidida y segura de Daniel Oren, conocedor y transmisor de la partitura, tradujo con energía y veracidad, así la orquesta como el coro, limpio y claro, con el pulso apropiado y el carácter adecuado.
Se ofrece la cuarta ópera de Giuseppe Verdi en versión pura de concierto, lo que podría suponer un inconveniente cercenando la parte teatral y escénica del drama funciona como un potenciador del discurso musical, de la partitura sin distracciones escénicas ni complementarias, lo cual contribuyó, junto a los solistas, a una velada a recordar.
Los hermanos Arvino y Pagano en las voces del tenor peruano Iván Ayón Rivas y del bajo croata Marko Mimica desempeñaron su papel con eficacia, a pesar de algún contratiempo puntual para ambos. Brillante en su breve papel de Viclinda la soprano vasca Miren Urbieta-Vega. Excelente en el difícil papel de su hija Giselda la soprano dramática Lidia Fridman, con un control técnico sobresaliente y una expresividad llena de matices con la que supo manejar un, a veces, endiablado papel. Como pareja y como suegra de la gran Giselda están Oronte, en la estupenda voz, potente, timbrada y con carácter del tenor genovés Francesco Meli y la soprano de origen argentino Mercedes Gancedo como Sofia, madre de Oronte que con un brevísimo papel sobra para demostrar su altísimo nivel. Cierran el elenco el bajo barítono David Lagares con la calidad que nos tiene acostumbrados en un convincente Pirro y correctos en sus breves papeles el tenor Josep Fadó como un Prior de Milán y el bajo Manuel Fuentes como Acciano.
La noche se clausuró con un torrente de aplausos y reconocimiento a los solistas y a la Orquesta y Coro del Teatro Real, Orquesta de la que tuvo un papel destacadísimo la concertino Gergana Gergova, en la casi romanza para violín y orquesta del último acto.
Penúltima ópera de la temporada, a la par de “La Traviata”, digno cierre Verdiano de este 2024-2025.
