By CARLOS GARCIA RECHE     NOV. 4, 2018

El virtuoso del laúd árabe Naseer Shamma y su conjunto Beit Al Oud (La casa del Laúd) tocaron en el Gran Teatre del Liceu este 4 de noviembre ofreciendo uno de los espectáculos más insólitos de la temporada: “De Ashur a Sevilla”. El evento ha sido fruto de la colaboración entreel Liceu y la fundación Abu Dabi Music & Arts Foundation (Admaf) con fines diplomáticos y culturales, en un temático viaje mediterráneo a través del oud (laúd árabe) trazando puntos de encuentro musicales. La relación entre las dos entidades ha comenzado con buen pálpito cosechando una importante venta de entradas y reuniendo a un público entregado y ávido de virtuosismo. El evento ha supuesto toda una novedad en la historia del Liceu, tal como afirmaba Christina Scheppelmannm, directora artística, el martes 30 de octubre. Durante la presentación del concierto, Scheppelmann también declaró sobre la extinción de su contrato la temporada que viene: «desconozco las razones por las que no se me ha renovado. Personalmente me hubiera quedado un poco más». Sin embargo, la directora se muestra satisfecha por estos cuatro años de gestión y colaboradora con el proceso de transición, que concluirá en enero al conocerse el sucesor.

Naseer Shamma y el laúd

Además de sus conciertos por todo el mundo y una extensa carrera, el laudista iraquí desarrolla una importante labor en el campo de la investigación en aras de la difusión cultural y la revalorización del laúd árabe. El de Shamma consta de 8 cuerdas en lugar de 6 y está recreado a partir de fuentes antiguas, como los escritos Al-Farabi datados del s. IX. Su conjunto Beit Al Oud incluye también otros laúdes tipo “tiorba”, “contrabajo” y 3 de arco frotado, emulando violín, viola y cello “creados por los mejores fabricantes y con maderas de gran calidad” según el artista. Shamma se ha convertido en un “guardián” cultural difundiendo el patrimonio y conocimientos a través de sus academias, la primera de las cuales se fundó en El Cairo en 1999.

De Ashur a Sevilla

Sobre fondo estrellado irrumpieron a las 17 horas sobre el coliseo de la ramblas los músicos de la Beit Al Oud liderados por Shama para dar comienzo al concierto. Compartían escenario cuatro visibles banderas y los 28 miembros del exótico ensemble. El programa constaba de dos partes instrumentales de 45 minutos y era una sucesión de piezas ricas en folclore y dosis de improvisación. También contó en algunas de las piezas con la guitarra del murciano Carlos Piñana, nieto del cantaor Antonio Piñana, y el bouzouki de Giorgos Manolakis. Sería adecuado, por cierto, revisar la edición del programa de mano y evitar erratas en los apellidos de los artistas…

El conjunto exhibió un cálido sonido perfectamente compactado desde el preludio inicial, aunque algunos instrumentos se notaron un poco sobreamplificados. En la primera parte ya pudo apreciarse la destreza de los laudistas, especialmente en Zigurat y Entre Palmeras, con bastantes incursiones solistas además de las del propio Shamma. Para Al-Ándalus abre sus puertas compareció el maestro Carlos Piñana, linaje de tradición flamenca que se materializó en un espléndido recital. La pieza derivó en un intrépido duelo entre guitarra y laúd que les valió el gran aplauso del público de la primera mitad.

La segunda parte contó con la aparición del especialista cretense Giorgios Manolakis, que sumó su instrumento a los virtuosos de la tarde. De habilidosos punteos, Giorgios intervino junto a Shamma en varias piezas bajo el nombre de Tango, que enriquecieron la velada con aires balcánicos. Tras Una leve esperanza el maestro Shamma regaló un pequeño discurso explicando los orígenes y derivados del laúd árabe. Le siguió De Ashur a Sevilla, más guitarrística (sin púa) que Shamma interpretó a solo en una audaz interpretación. El concierto acabó con los tres maestros sobre el escenario en Ishraq (Luz), que fue paradigma del espíritu del concierto; la conexión a través de la música y la búsqueda de aquellas cosas que unen, en vez de las que separan.

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