Música en tiempo de crisis
© Reinhard Friedrich
JOSUÈ BLANCO ABR. 26, 2020
El Covid-19 ha puesto de manifiesto ciertas virtudes y defectos del género humano, todos somos iguales ante el virus y ante esta crisis global la cultura, y sobretodo la música, se ha vuelto un elemento esencial, tanto desde los balcones y ventanas como en las redes.
La música ha vuelto a demostrar su poder de alivio tanto físico como mental, y también la capacidad de unir a vecinos y amigos bajo “himnos” más o menos improvisados, recuperando clásicos como el “himno de la alegría” de Beethoven, singular forma de celebrar el año Beethoven, o clásicos más recientes como “Resistiré” del Duo Dinámico, así como tantos otros ejemplos.
También cabe mencionar iniciativas como el evento musical “Un Mundo: Juntos en Casa”, convocado por la OMS que recaudó más de 50 millones de dólares para la causa del coronavirus, y que reunió a artistas como los Rolling Stones, Paul McCartney o Stevie Wonder en un concierto final, claro está, cada uno desde su respectiva casa.
Este último factor, el confinamiento, se ha vuelto clave en todo este asunto y ha demostrado también lo difícil que puede ser para muchas familias vivir en determinadas circunstancias que esta crisis ha agravado.
Para los músicos también ha representado una adaptación en diferentes aspectos de su vida ordinaria, el cierre temporal de orquestas y salas de conciertos y ensayos ha llevado a que muchos se encuentren en la incertidumbre de si podrán seguir trabajando, si los conciertos y bolos que estaban programados seguirán en pie, por no hablar de los ya perdidos, o si habrá manera de recuperarlos y cuando.
Era noticia de hace unos días que el gobierno de Austria permitiría a sus orquestas volver a ensayar a partir del mes de junio, veremos cómo avanza la cosa en otros países.
Por otro lado está el estudio personal, así como los deportistas han pasado a entrenarse en sus casas, los músicos han hecho lo propio, no siempre en las mejores condiciones, ni para ellos ni para sus instrumentos o para sus vecinos.
Hace también escasos días circulaba por internet un vídeo de Lena Yokoyama, violinista del Museo del violino de Cremona, desde Morricone hasta el Himno de Mameli, la música sonó por todo el distrito hospitalario de la ciudad en homenaje a los sanitarios y voluntarios y también para los internos. Gestos como estos se ven también por otros lados, gestos altruistas, en muchos casos, que ponen de manifiesto ciertos detalles más comprometidos.
Lena Yokoyama
En la Alemania de 1935 muchos músicos sin trabajo hacían conciertos gratuitos en enfermerías y hospitales para mantener sus habilidades interpretativas. No como gestos altruistas o de propaganda si no para mantener su oficio. Se explica que durante la crisis económica de finales de los años veinte y treinta en Alemania la situación financiera de las orquestas y los músicos y solistas se empeoró tanto que en 1933 los músicos de la Berliner Philharmoniker vieron recortado su salario en un 40%, a modo de ejemplo. Esta situación continuó durante la Segunda Guerra Mundial, los músicos alemanes y austríacos que no quisieron adherirse a la “Reichsmusikkammer”, el organismo de control que promovía la “buena música alemana”, fueron apartados de las salas de concierto. Tampoco vieron mejorada su situación tras el fin de la guerra y con otra crisis económica encima.
Concierto del 3 de mayo de 1935 en la antigua Filarmónica de Berlín: Hermann Göring, Adolf Hitler y Joseph Goebbels se sientan en primera fila y aplauden al director Wilhelm Furtwängler (derecha).
¿Qué situación se encontraran las orquestas, ensembles y grupos cuando la crisis sanitaria acabe y continue la crisis económica y cultural?¿Qué posibilidades tendrán los solistas y los jóvenes músicos cuando la música y la cultura vuelvan a no ser esencialmente visibles si no un gasto?
Muchas de nuestras orquestas y salas de concierto ya llevan encima un largo bagaje desde la anterior crisis, quienes no han tenido ayudas ni subvenciones han tenido que buscarse la vida para reinventarse y poder atraer, o ganarse, a un público voluble que en muchos casos prefiere la comodidad de escuchar música desde casa a ir a una sala de conciertos.
El confinamiento también ha puesto de manifiesto este hecho, es fácil recurrir hoy en día a las grabaciones y la música en línea, esa que tenemos desde cualquier medio electrónico y escuchamos por las ventanas y balcones.
En este sentido, algunas instituciones musicales se han “reinventado”, en ocasiones también desde un punto de vista altruista, ofreciendo su amplio catálogo de obras online de forma gratuita para hacer más ligera esta situación. Se agradecen este tipo de medidas, pero señalan de nuevo este hecho oscurecido: a la música en vivo, ahora mismo totalmente apagada, le costará mucho tiempo volver a gozar de su ya débil salud, dejando a músicos, orquestas y salas de concierto en la posición de tener que volver a inventarse, ofrecer programas que vuelvan a atraer al público, quizás dejando la calidad o el atrevimiento en un segundo lado.
Otro aspecto que podemos valorar es el auge de la creación artística que este confinamiento ha generado. Un tema delicado que toca diferentes factores.
Por un lado muchos músicos han visto este tiempo como el momento de mejorar sus habilidades o de convertir internet en un escaparate de su obra y de su carrera, ofrecer a la gente música de calidad a cambio del merecido reconocimiento por su trabajo, desde solistas de la música clásica hasta cantantes o grupos pop o de otros géneros han llenado internet con sus vídeos y con su música. Claro que esto no es siempre posible para todos, si bien la tecnología nos permite organizar encuentros entre varios músicos y poder interpretar música en grupo, esto se vuelve impracticable con determinados instrumentos o agrupaciones, por no hablar de las orquestas, lo que vuelve este campo, podríamos considerarlo como música en vivo confinada o desde casa, como algo desequilibrado o parcial, pues no todos los músicos disponen de los medios necesarios para sonorizar bien su actividad o directamente les es imposible.
En el sentido de las agujas del reloj desde la parte superior izquierda: Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood actuando en One World: Together at Home. Fotografía: Getty Images / Getty Images para Global Citizen
Por otro lado ante esta situación de parón general de cualquier actividad muchas personas se han puesto manos a la masa con aquellas cosas que les permitían pasar el tiempo, aquello que conocemos con la palabra inglesa hobby, es decir aquellas actividades que nos ayudan a pasar mejor el tiempo, nada mejor ante esta situación, las artes así como la música se ha tornado en una de estas aficiones para muchas personas ofreciendo todo tipo de resultados por internet, que a su vez han llenado muchas de estas tediosas horas para sus amigos o cualquiera con acceso a las redes.
En esta línea algunos artistas llegan a ofrecer una obra diaria a sus espectadores, incluso en ciertos casos una creación por día. Más allá de lo increíble de este hecho, saca a relucir una pregunta: ¿cómo es posible este increíble incremento en la creación artística?¿Este arte es propio solo de este momento o también recoge las características, dudas y anhelos de nuestro joven siglo?¿Llegará este nuevo arte a las salas de concierto?¿Debería haber quedado confinado también el arte?
Sin duda estamos en una etapa de incertidumbre e inseguridad por el presente y también por el futuro, también lo está el mundo de la música. Los artistas siguen creando, los músicos ensayando, incluso algunos de ellos han conseguido lanzar discos al mercado, sin embargo, todos estamos dentro de esta burbuja, casi irreal, de la cual no sabemos cuándo vamos a salir, ni como saldremos. Y no solo será tarea de los músicos poder tirar adelante la música en directo como la conocemos.
También por internet corría un artículo que planteaba si realmente queremos “volver a la normalidad” tras todo lo que estamos viviendo. La sociedad entera y no solo los músicos y las salas de concierto deberán reinventarse a la salida de esta situación, y la música volverá a tener un papel clave en todo ello.
La palabra crisis tiene una raíz griega, y aunque en nuestros días tiene un marcado significado negativo no era así en sus orígenes, para los griegos el momento de crisis es el tiempo de cambio y decisión, cuando debemos elegir que no funciona y optar por un nuevo planteamiento o sistema de actuación, teniendo en cuenta las consecuencias de cada alternativa.
Llevamos muchos años con la palabra crisis en nuestras mentes, seria un buen momento para apremiarnos por el cambio, quizá las pequeñas acciones que hagamos ahora que estamos confinados nos llevaran a cambiar el paradigma que tenemos de como entendemos la música, que representa para nosotros y para que sirve, y de esta manera ayudar a salir de esta situación de crisis que sufren nuestros artistas, intérpretes, compositores y todos aquellos que aman y viven por y para la música, haciendo de ella un arte nuevo y un oficio digno.