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Opera Award 2022 En El Teatro Real

Opera Award 2022 en el Teatro Real

(Ostap Hromysh, Vasyl Vovkun, Vyacheslav Chemukho Volich y Oksana Taranenko / Foto: © Javier del Real)

JOSÉ MARÍA GÁLVEZ     DIC. 4, 2022

Por primera vez, tras diez años de celebración en el Reino Unido la Gala Opera Awards sale de Albión para celebrarse en Madrid, con el Teatro Real como lugar privilegiado después de haber sido nombrado Mejor Teatro de Ópera en 2021.

El evento intercalaba dos bloques bien diferenciados, el musical, con piezas instrumentales como el Interludio y Danza de La vida breve, de Manuel de Falla (1876-1946) y vocales, tanto de solistas como de coro, y el bloque de premios que alargó la noche hasta las tres horas y media.

En la presente gala se entregaron dos permios a sendos teatros ucranianos de ciudades muy castigadas en la actualidad, la occidental Lviv y la estratégica e histórica Odesa, que a pesar de su inmensa tragedia han conseguido mantener un nivel como para conseguir de forma conjunta el galardón a la mejor compañía de ópera. 

De entre todos los premios quiero destacar el concedido a toda una vida, que lo fue a la inmensa Dame Janet Baker, con la que no pocos hemos crecido en el aprendizaje de la música barroca, aunque siempre fue una dama, no solo por su nombre, que no perdió de vista el tiempo en el que ha vivido, y en el que, por fortuna, sigue viviendo, como lo atestigua el estreno de la cantata Phaedra, Op. 93 de Benjamin Britten (1913-1976). La insigne mezzosoprano se dirigió en una intervención grabada en la que recordaba sus años de trabajo y la felicidad y alegría que le reportó. Echando de menos, en la actualidad, a cantidades de compañeros que la acompañaron, agradeciendo emocionadamente el premio que la distinguía.

Otros 15 premios y premiados fueron anunciados y figuraron sobre las tablas, algunos de forma virtual, mediante la correspondiente grabación en vídeo como la de la mejor cantante femenina concedido a la soprano francesa Sabine Devielhe y el barítono, también francés, Stéphane Degout.

   (Jessica Pratt y Francesco Demuro / Foto: © Elena del Real)

El resto de premiados y de manera enunciativa fueron

  • Igualdad de oportunidades e impacto
    • Foundation Studio, Ópera de Ciudad del Cabo
  • Filantropía
    • Aline Foriel Destezet
  • Opera redescubierta
    • Dallapiccola: Ulisse (Ópera de Frankfurt)
  • Estreno mundial
    • El tiempo de nuestro canto (Kris Defoort/La Monnaie De Munt)
  • Ópera Digital
    • Upload, Ópera Nacional de Holanda
  • Sostenibilidad
    • Ópera de Gotemburgo
  • Nueva producción
    • Glyndebourne: La Voix humaine/Les Mamelles de Tirésias (c. Robin Ticciati, d. Laurent Pelly)
  • Talento emergente
    • Nardus Williams, que además se lució con el Dove sono de Las bodas de Fígaro mozartianas.
  • Grabación (ópera completa)
    • Le Voyage dans le Lune de Offenbach (Bru Zane)
  • Grabación (recital en solitario)
    • Michael Spyres, BariTenor (Erato
  • Director Musical
    • Daniele Rustioni
  • Director de Escena
    • Stefan Herheim
  • Escenógrafo
    • Miguel Levine
  • Premio de los lectores de la revista Opera
    • Pene Pati

La presentación de candidatos y entrega de premios aunque larga en si misma, se salpicó de islas, de intermedios, que pretendían ilustrar musicalmente la noche de gala.

Para mi sorpresa se escuchón una orquesta que daba la sensación de pocos ensayos y los pocos realizados lo serían con desgana. Hacía tiempo que no escuchaba un interludio y danza de La vida breve tan desleal y dejo ese calificativo por no usar otros más contundentes (casi tanto como los golpes furiosos de los timbales en la danza). 

El tenor que amenizó la noche fue de lo mejor que se escuchó, Xabier Anduaga, que sustituía a Iván Ayón Rivas, del que asumió la romanza No puede ser, de La Tabernera del puerto de Pablo Sorozábal (1897–1988), siendo de lo mejor que sonó en toda la noche, no por la dirección de José Miguel Pérez Sierra, sino por la voz del tenor vasco. Después acompañó a la soprano Sabina Puértolas en el Lucia, perdona…Sulla tomba, de Lucia di Lamermoor de Gaetano Donizetti (1797-1848), dejando ésta una interpretación muy alejada de lo que se podría esperar de ella, sensación que se tendría igual con Me llaman la primorosa de El barbero de Sevilla de Gerónimo Giménez (1854-1923). La segunda parte empezaba con el Patria oppressa del Macbeth verdiano no mejorando, más bien manteniendo el nivel, hasta el coro de los románticos “Dónde va la alegría” de Doña Francisquita del nuestro olvidado, o insuficientemente recordado, Amadeo Vives (1871-1932) donde el coro aunque nos tiene acostumbrados a niveles muy exigentes, sin llegar a los mismos, gracias a su profesionalidad salva el cierre, siendo debidamente apreciado por el respetable.

Independientemente del resultado musical, no del todo agraciado en tan larga noche de gala, hay que reconocerle a la Opera Awards la puesta en marcha de becas y ayudas a artistas emergentes y con dificultades a raíz de la COVID-19.

teatroreal.es

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