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Plan B

Plan B

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(Photo by Michael Gaida)

By CONRADO XALABARDER     ENE. 3, 2017

Entrados en el Siglo XXI sigue habiendo quien cuestiona la magnificencia de la música cinematográfica, y eso sucede en buena medida porque sigue sin comprenderse que música absoluta y música aplicada son cosas diferentes aunque compartan la escritura musical, del mismo modo que la escritura literaria es matriz de novela y guion cinematográfico, pero a nadie se le ocurriría despreciar el guion como género menor de la literatura porque son cosas absolutamente diferentes.

La música de cine es cine. Y el cine es suma de muchas artes que son unidas cuando requeridas para crear la película. El compositor que participa en el cine no es compositor sino cineasta, porque con su música hace película. Y cuando el grado de implicación es el máximo, puede llegar a ser el más poderoso de todos los que hacen película. El cine necesita la música para existir y explicarse, porcentualmente de modo abrumador.

La música de la escena de la ducha en Psicosis (1960) es de una sencillez aplastante pero ¿alguien se ofrece voluntario para intentar superarla?. Esa música fue decisiva para llevar al filme de Hitchock a la categoría de obra maestra, lo que seguramente también celebran aquellos que consideran que es una música menor. Es un sinsentido: si es una música menor, debería entonces poder mejorarse para darle a la película una música mayor, más digna, que pueda cosechar aplausos en los conservatorios. Bien, ¿cuál es el Plan B?

El Plan B impone poner encima de la mesa una alternativa que supere a lo que es criticado. Ponerla, mostrarla… y poder compararla. Cuando hay respuesta es: sí, en la película son una maravilla pero como música individualmente considerada… y entonces yo doy la misma réplica: ¿Cuál es tu alternativa? Porque si son una maravilla y lo hacen todo por la película, ¿qué otra cosa necesita la película? ¿Te parece mala música? ¿Tienes Plan B?

En esos casos no tienen Plan B porque sencillamente no lo hay. Pero es necesario exigirlo cuando se cuestiona a los compositores. Hay que demandar la alternativa, aquello que mejore lo existente. Porque no es solo música: es cine. Y cuando se desprecia la música cinematográfica se desprecia al cine. Y es un absurdo, un sinsentido, es demencial: ¿alguien entendería a un novelista -Premio Nobel para categorizarlo más- criticando la literatura de Quentin Tarantino o Woody Allen (como guionistas)? ¿Alguien daría crédito a sus palabras?

Pero dentro de la película, donde la música es un elemento del todo, donde hace cine, donde explica, construye, levanta, afirma, niega, lo que sea… hay que exigir un Plan B a quienes la cuestionan. Porque si no hay alternativa que mejore, lo que hay se evidencia inmejorable y entonces lo mejor es ser más respetuosos con el cine, que es exactamente de lo que se trata el asunto.

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