¿La práctica hace al maestro?
By JOSUÈ BLANCO NOV. 18, 2018
El pasado fin de semana Sylvian Cambreling se puso al frente de la OBC en un concierto con una inherente sonoridad francesa, con obras como Les Offrandes oubliées de Olivier Messiaen o la Sinfonía Fantástica de Héctor Berlioz, salvando la excepción del 4º Concierto para piano y orquesta de Beethoven de manos del veterano pianista Garrick Ohlsson.
Otra idea que une a Messiaen con Berlioz es la temprana edad con la que los autores compusieron las obras que Cambreling nos presentó: de hecho Les Offrandes oubliées constituye la primera obra sinfónica del compositor ‒sin contar estudios orquestales anteriores‒ obra que escribió con solo 22 años y evoca “el olvido del hombre ante el sacrificio de Cristo” según el propio compositor. A lo largo de la obra se transitan por 3 panoramas desoladores que hacen referencia a la muerte del Mesías, un tríptico encadenado del cual el propio compositor escribió una breve reflexión en forma de poema, profundamente espiritual. Una obra cargada de misticismo y un sonido donde destacan los largos pasajes de la cuerda en tono de lamento y los contrastes con el metal de la segunda sección, una obra singular en la que Messiaen trabaja detenidamente los colores orquestales en una obra que tiene también una concepción sinestésica, donde el artistia relaciona los colores rojo, azul y dorado con determinadas notas y acordes, como si pudiésemos contemplar de esta manera la vidriera de una catedral a través de la experiencia musical. Cabe señalar que Cambreling es un gran especialista en la música de Messiaen, seguramente por ello la elección de esta obra no haya sido fruto del azar.
Justo después de Messiaen fue el turno para Garrick Ohlsson y su interpretación del 4º Concierto para piano y orquesta de Beethoven. Esta obra representa el penúltimo concierto para piano del autor y podríamos considerarla una obra de madurez, al contrario que las otras dos obras que se presentaron en el concierto. Beethoven contaba con 38 años cuando compuso esta obra, en un contexto de febril actividad compositiva pero a la vez marcada por los problemas con su sordera que terminaron por sacarlo del circuito de conciertos a los que el autor estaba acostumbrado. Esta obra formó parte del último concierto que el autor dio como intérprete, un concierto singular que incluyó también la interpretación de su Fantasía para piano, orquesta y coro, op. 80, su 5ª y 6ª sinfonía, junto al aria ¡Ah, pérfido! y tres movimientos de la Misa latina en sol bemol op. 86.
Aunque este concierto ha quedado a la sombra del 5º Concierto para piano y orquesta, también conocido como El emperador, se trata de una obra cargada de la personalidad de Beethoven y por la libertad formal y en el diálogo entre el solista y la orquesta, una obra de aparente sencillez pero con un claro dominio sobre el instrumento. Ohlsson supo acentuar el inherente carácter rítmico de la obra, a la vez que el lirismo de ciertas frases brillantes que hacían patente el dominio del pianista americano sobre al repertorio clásico, un avezado del piano mas con un aire siempre fresco. Para celebrar su éxito Ohlsson ofreció como bis el Nocturno op. 15 nº 2 de Chopin.
Para finalizar el concierto, en modo de arco, Cambreling recuperó la figura del “joven compositor francés” puesto que Berlioz solo contaba con 26 años cuando compuso la que quizá es su obra de referencia. La Sinfonía Fantástica quizá sea una de las primera obras escritas con un claro carácter descriptivo: toda ella se basa en narrar la historia personal del propio compositor, desde un punto de vista ilusorio y cargado de los ideales del primer romanticismo. Una obra densa que rompe los límites de la sinfonía, añadiendo un 5º movimiento, y de la sonoridad de la orquesta del momento; Berlioz siempre intentó desarrollar un nuevo sonido con la orquesta y quizá esta sea una obra clave en este sentido. Otro gran maestro también se percató de la juventid de Berlioz y las posibilidades que esta albergaba: “no sabemos aún si llamarlo genio o aventurero musical; tiene el deslumbramiento de un rayo, pero no deja tras rastro de consistencia. Junto con frases de gran profundidad expresiva, cae a continuación en un balbuceo escolar”, Schuman dixit.
Berlioz apuesta en esta obra todo su arsenal sonoro y su pasión desbordante, incluso quizá con demasiado exceso. Aunque, por otro lado, muchos de los elementos que forman este singular obra fueron pioneros y sirvieron de base de inspiración para compositores posteriores: el uso de leitmotivs, instrumentos fuera de escena o ciertos efectos en la cuerda demuestran la capacidad creativa del compositor.
En definitiva: un concierto lleno de música joven, aunque de la mano de grandes maestros, y con variados caracteres y sonoridades que pusieron a la OBC en alerta constante bajo un animado Cambreling que exigía siempre más, a los intérpretes y al mismo público. Esperemos que a Cambreling no le llegara el insoportable sonido electrónico de algún aparato que estuvo emitiendo un penetrante mi bemol a lo largo de las casi dos horas de concierto y que mantuvo a más de uno más atento del anfiteatro que del escenario: una lástima que los responsables de sala no pudieran encontrar al culpable, todo y la incansable búsqueda. Les rogamos que apaguen sus telefónos móviles y otros aparatos electrónicos durante el concierto. Más de uno se lo agradecerá.