Rondó Buchbinder
JOSUÊ BLANCO FEB. 27, 2020
Última sesión del Festival Beethoven250 en el Auditori de Barcelona con tres conciertos de gran envergadura a manos del pianista y director Rudolf Buchbinder, interpretando los cinco conciertos para piano y orquesta de Ludwig Van Beethoven. Un gran último concierto cargado de emoción que se dedicó a la memoria de Ángel-Jesús García, concertino titular de la OBC entre 1995 y 2008, quien falleció la semana pasada.
Estas cinco obras muestran la evolución, maduración y declive de un compositor clave como es Beethoven, quien además volcó gran parte de su interés musical en un instrumento como el piano que fue también cambiando a lo largo de la vida del compositor. Todos estos cambios, retos y superaciones se muestran en estas cinco obras, distribuidas a lo largo de casi veinte años, entre 1793 i 1809, y que nos hablan también de la propia vida del compositor, de aquel joven impetuoso de 21 años que quería conquistar Viena con sus dotes de pianista, y el hombre maduro que, con 39 años y una sordera aguda, ya no se ve capaz de estrenar su último concierto.
Este tipo de Maratones que hemos vivido este fin de semana es algo habitual en todo tipo de auditorios cuando se habla de Beethoven, como las habituales integrales de las sinfonías, o la interpretación de las sonatas.
No es tan habitual la interpretación de los cinco conciertos del compositor. De la misma manera cabe recordar que el mismo Buchbinder ya vino a Barcelona el pasado 2015 para llevar a cabo esta misma hazaña.
Con una carrera de más de 60 años, Rudolf Buchbinder es uno de los artistas contemporáneos más legendarios, siendo sus interpretaciones y grabaciones de las obras de Beethoven las más reconocidas. Ha interpretado las 32 sonatas para piano en más de 50 ocasiones por todo el mundo, y de esta manera y al largo de las décadas, ha desarrollado la historia de las interpretaciones. Nadie mejor que él para esta velada.
Como suele pasar en casos como el de esto concierto, donde el repertorio es bien conocido por la gran parte de la audiencia, es fácil tener preconceptos o tener en mente alguna versión favorita escuchada con anterioridad que marca la forma en que escuchamos la música en directo. Este hecho no tiene porque tener un componente negativo siempre que podamos apreciar las novedades y aportaciones que pueda aportar el intérprete. En este sentido a Buchbinder se le nota la experiencia tanto en el terreno de la interpretación y la técnica pianística como en el conocimiento del repertorio clásico y sobretodo en Beethoven esto se lo que pudimos vivir en la sesión del domingo con la interpretación de los conciertos nº3, en do menor y el nº 5 en Mi bemol Mayor, conocido como el emperador.
El Concierto para piano y orquesta n.º 3 en do menor, compuesto en el año 1800, coincide con una etapa donde la actividad de un joven Beethoven de 30 años va en aumento al igual que su incipiente reconocimiento, los jóvenes nobles y aristócratas piden de hacer clases con el maestro de Bonn, su música fresca y juvenil aún tiene claros tintes clásicos, es la época del estreno de su primera sinfonía, aunque empiezan a verse algunos rasgos característicos de su fuerza y dramatismo posteriores. Un buen ejemplo de todos estos atributos es este concierto para piano, que el propio compositor estrenó el 5 de abril de 1803 en Viena, para ese entonces la sordera ya le había comenzado a dar molestias haciendo que el compositor se llegara a plantear el suicidio, aun así siguió con su agenda de conciertos.
Quizás el dramatismo que evoca el primer movimiento de este concierto sea casi como una premonición de ese dolor que poco más tarde le iba a afectar.
Buchbinder no tuvo problemas para hacerse oír por encima del denso tutti orquestal del primer movimiento y se mostró delicado y claro en el segundo, de mayor serenidad, extenso y reposado. Siempre es una complicación el hecho de dirigir e interpretar a la vez, sin embargo el pianista austríaco se mostró cómodo en este segundo movimiento, donde el diálogo entre la orquesta y el piano se pausa e intercala, mucho más esclarecedor es el rondó-allegro final que nos lleva del dramatismo del do menor a la luz del do Mayor, un movimiento usual en la música de Beethoven que nos llevan a la esperanza y la superación, un verdadero empuje de fuerza final.
La interpretación del Concierto para piano n.º 5 en mi bemol mayor fue más que esperada y bien recibida por el público. Obra más que conocida e interpretada representa para muchos la culminación de la evolución del lenguaje de Beethoven con respecto al piano como su instrumento predilecto, el hecho es que en él se resumen muchas de las características de la evolución y el cambio del lenguaje propio del compositor, haciendo de ella una obra clave en el repertorio para piano. Escrita entre 1809 y 1813, esta obra se encuentra ya en un momento de plenitud del compositor a nivel de reconocimiento con una fuerte solidez personal, de esta etapa también es la Séptima sinfonía.
Rudolf Buchdinber se mostró amplio en el sonido de su interpretación, quizá con una ligereza en el tempo que nos hizo dudar en un principio a los más escépticos pero que mostró un nuevo carácter en una obra tan bien conocida, haciendo quizás más confortable un primer movimiento ya de por si largo, algo también habitual en la música de Beethoven.
La potencia y sonoridad brillante del primer movimiento contrastan fuertemente con la serenidad del segundo, un oasis de serenidad y contemplación. Era necesario frenar el ágil ritmo del primer movimiento en esta sección.
Sin duda a muchos se nos hace muy corto este segundo movimiento que arranca casi precipitado con el célebre motivo del tercer movimiento, el icono por excelencia de esta obra, que rápidamente pasa a la cuerda iniciando la forma de rondó. Seguramente no sea una casualidad que este último concierto acabe con la forma Rondó, de hecho todos los conciertos para piano de Beethoven finalizan con este movimiento de danza, así como el Concierto para violín o el Triple concierto, toda una demostración de la estructura clásica en la construcción de sus conciertos.
Así mismo reaparece Buchbinder en Barcelona, como un Rondó beethoveniano reexponiendo de nuevo un tema más que conocido y aclamado por el público del Auditori, y a juzgar por la insistencia del público en sus ovaciones, seguiremos contando con el pianista austriaco tanto como él nos deje.