Títulos: ¿Necesidad real?
By PAULA SÁNCHEZ LAHOZ NOV. 17, 2018
Cada día son más los jóvenes que, al finalizar sus carreras universitarias, siguen estudiando para obtener un máster. En el ámbito de la música, sobretodo en la que hoy conocemos como clásica, empieza a ser muy habitual cursar no solo uno, sino varios másters. Pero, ¿es realmente por necesidad o por capricho?
Papel y talento
El talento no entiende de títulos. Por talento me refiero a la habilidad natural que uno tiene para desarrollar una actividad particular, y a esta habilidad hay que sumarle el esfuerzo, la perseverancia y el rigor para que el talento se desarrolle. Por lo tanto, un pedacito de papel con una firma de un gobierno o rey no cambiarán el talento de una persona, sea cuál sea su profesión.
En el mundo de la música, este hecho queda todavía más acentuado: un músico sin ningún título puede ser infinitamente mejor que uno que lo tenga. El sistema educativo establecido en nuestro país está basado, desde la educación más básica, en las notas. Si superas los mínimos obtendrás un diploma que te dará, en teoría, relativamente fácil acceso al mundo laboral. ¿Y si esto no es así?
Mundo laboral
Estudiar música es duro pero también muy bonito, implica muchas horas con tu instrumento haciendo aquello que te gusta: tocar. Pero llega un momento, en la vida de la mayoría, en el que es necesario entrar en el mundo laboral, trabajar y ser remunerados económicamente, si tenemos suerte, con aquello que hemos estudiado.
Para un músico instrumentista, estar en el mundo laboral significa, dedicándote a tu instrumento y sin tener que ser autónomo, tener una plaza en una orquesta, en una escuela de música o en un conservatorio. Tener una plaza en una orquesta implica haber superado las distintas fases de selección que llevan a la obtención de la plaza. Esta prueba es práctica y sirve para determinar el nivel del aspirante, y habitualmente consiste en interpretar un concierto (o parte de él) y unos pasajes seleccionados por la organización.
En la interpretación entran en juego muchos elementos: la dificultad de las obras, su previa preparación, los nervios… pero en el momento de tocar, lo que más vale es ese preciso instante, no todo lo que hay detrás. Tener un máster orquestal garantiza ciertas horas de estudio y preparación, con el soporte de un profesional, y está claro que será una contribución a la formación del aspirante. Pero no hace falta tener dos ni tres para que las horas y la preparación sean las mismas. De hecho, me atrevería a decir que no hace falta ni tan solo uno. A la hora de la verdad, lo único que importa es el momento.
Aún así, para poder acceder a cualquiera de estas pruebas (sean de orquesta o docencia), o a la consiguiente plaza en caso de superarlas, es necesario, en la mayoría de casos, estar en posesión del título superior de música. Pero hemos visto que el papel no hace al músico. Contradictorio, ¿verdad?
Necesidad o capricho
Los títulos cuestan dinero, mucho, y cada vez más. Estudiar exclusivamente, de por vida, es un lujo, un privilegio, y todavía más si se quiere hacer por la vía oficial. Una vez acabada la carrera, hacer un primer máster, un segundo, un tercero… es una ruina. Como ya hemos visto, hoy en día es necesario tener un grado para acceder a una plaza, y cada vez lo es más tener también un máster. Cuando seguimos sumando, dos o tres, ya no son una necesidad. Aunque tampoco digo que en todos los casos sea capricho, ni mucho menos.
Un músico es un estudiante de por vida, así que cuando se dice “estudiar exclusivamente de por vida” se hace referencia al hecho de estudiar sin la necesidad de tener un trabajo fijo para cubrir los gastos, estudiar únicamente para uno mismo y para dar conciertos. Hay quien lo puede hacer porque económicamente no necesita un ingreso fijo y hay quien puede hacerlo porque los conciertos que ofrece son un ingreso más que suficiente, como sería el caso de los grandes solistas. En ambos casos, son pocos los que disfrutan de este privilegio.
Este aumento de la titulitis es debida, entre otros factores, a las dificultades para entrar al mundo laboral, porque pensamos que tener más títulos nos facilitará el acceso. Es cierto que es una buena opción frente al desempleo, pero las condiciones económicas que supone seguir estudiando tampoco son un incentivo si lo que buscamos, a partir de cierta edad, es la independencia.
Esta necesidad es, como la inmensa mayoría de nuestras necesidades, social. Es una forma que pretende asegurar una base sólida y, como consecuencia, un nivel que superará los mínimos exigidos. En el caso de la música, una forma poco segura de comprobarlo. Es evidente que si la sociedad lo requiere, acabaremos aceptando las condiciones. Pero una vez finalizados los estudios superiores indispensables actualmente (una carrera y un máster), para los que quieran seguir estudiando más allá del título, es recomendable buscar y conocer todas las opciones de posgrado y cursos que ofrecen la misma calidad que un máster con unos requisitos económicos inferiores, por el simple hecho de no otorgar una titulación. Puede que su interés coincida con un máster. Adelante. Pero hay que saber que no es la única elección. Otra forma de seguir estudiando (después de haber finalizado un máster) es cursar un doctorado. Y es que también existe la opción de adentrarse en las artes escénicas, en la investigación y práctica de estas, opción que muy poca gente conoce.
Sintetizando lo dicho: una vez acabados los estudios obligatorios para cumplir con los requisitos formales del mundo laboral, si quiere seguir estudiando averigüe las posibilidades. No es obligatorio para todos seguir el mismo recorrido. Seamos estudiantes de por vida, pero no por necesidad ni porque sea nuestra única alternativa, seamos estudiantes por placer.