Un despropósito académico y político
ISRAEL DAVID MARTINEZ MAY. 27, 2024
La reciente decisión del rector de la Universidad de Barcelona, Joan Guàrdia Olmos, de romper relaciones con la Universidad de Tel Aviv bajo la presión de un reducido grupo de estudiantes, es una muestra evidente de la cobardía y la falta de liderazgo que prevalece en ciertas instituciones académicas. Esta medida, impulsada por un sector minoritario y radical, representa una traición a los principios fundamentales de la academia: la libertad de pensamiento, el intercambio de ideas y la cooperación internacional.
El rector Joan Guàrdia Olmos ha cedido ante la presión de unos pocos, ignorando el impacto negativo que esta decisión tendrá sobre la comunidad académica y científica de ambas instituciones. La Universidad de Tel Aviv es una de las más prestigiosas del mundo, con contribuciones significativas en diversos campos del conocimiento. Romper vínculos con una institución de tal calibre no solo es un error estratégico, sino también una afrenta a los valores de la educación y la investigación.
Esta acción, lamentablemente, no es un caso aislado. Se inscribe en una tendencia preocupante de censura y boicot hacia Israel en diversos foros académicos y políticos, impulsada por grupos que utilizan la narrativa del conflicto israelí-palestino para promover agendas políticas sesgadas y extremistas. Estos grupos no representan el sentir general de la comunidad universitaria ni de la sociedad en su conjunto, pero su capacidad de influencia parece haber encontrado eco en las decisiones de líderes como Guàrdia Olmos.
En un contexto aún más preocupante, las declaraciones recientes de la ministra de Defensa, Margarita Robles, calificando de “genocidio” las acciones de Israel en Gaza, son no solo irresponsables, sino también peligrosamente antisemitas. Estas palabras no solo descontextualizan el complejo conflicto en la región, sino que también ignoran flagrantemente la violencia y los asesinatos perpetrados por Hamas contra civiles israelíes.
Hamas es una organización reconocida internacionalmente como terrorista, responsable de innumerables actos de violencia y terrorismo. Ignorar este hecho y culpar unilateralmente a Israel de la violencia en Gaza es una muestra de una profunda ignorancia o, peor aún, de una agenda política antisemita. Quienes apoyan a Hamas están, directa o indirectamente, apoyando al terrorismo, y deberían enfrentar consecuencias legales por su complicidad con actos de violencia y odio.
La ministra Robles, con sus declaraciones incendiarias, no solo daña las relaciones diplomáticas de España con el que debería ser un aliado estratégico como Israel, sino que también fomenta un clima de odio y división. Sus palabras no reflejan una crítica legítima de políticas específicas, sino una demonización de todo un país y su pueblo, lo cual es inaceptable en cualquier contexto.
Es fundamental que tanto el rector de la Universidad de Barcelona como la ministra de Defensa reconsideren sus posiciones y rectifiquen sus acciones y declaraciones. La academia debe ser un espacio de diálogo y cooperación, no de boicots y censura. De igual manera, los líderes políticos deben abogar por la paz y la justicia con un entendimiento claro y equilibrado de los conflictos internacionales, sin caer en retóricas inflamatorias y peligrosas. Y, por descontado, nunca dar a entender que apoyan al terrorismo antes que a estados democráticos.
La comunidad internacional y la sociedad española deben condenar estas decisiones y declaraciones, exigiendo responsabilidad y sensatez de sus líderes académicos y políticos. Solo a través de un diálogo informado y una condena inequívoca del terrorismo en todas sus formas podemos aspirar a una paz duradera y justa en el Medio Oriente y más allá.