Saltear al contenido principal
Diálogo De Dicciones

Diálogo de dicciones

XAVIER RICARTE     NOV. 13, 2019

“Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar”. Epicteto. 

Beatrice Rana a su temprana edad ya tiene mucho mundo recorrido. Su pianisimo e imaginación desprenden ideas maduras e interesantes, otorgando a la pianista italiana, una entidad exclusiva y un cresciente y manifiesto reconocimiento en el panorama musical. 

Su visita en el Palau de la Música Catalana no dejó indiferente a ningún público. En sus manos un programa exigente y variado. Se estrenaba en Barcelona con los 12 estudios op.25 de Frederic Chopin. Una obra exigente pero muy interpretada por tantísimo pianistas. Por esta misma razón, Rana sorprendió mostrando una visión diferente, discutible como muchas otras, pero sin lugar a duda bastante inesperada. El trazo dramático, romántico y bello fue presente en todo momento. En general, una versión determinada por gran parte de la voces interiores y contrasujetos, ofreciendo un discurso muy conocido pero con sutilezas y matices poco escuchados habitualmente.

En su programa, la pianista también ofreció el 3r Libro de la Suite Iberia, del compositor español Isaac Albéniz. En El Albaicín el ritmo era pulcro y preciso, las armonías flamencas se alternaba con el melancólico y misterioso segundo tema. En ningún momento perdió la esencia del canto jondo, mientras centraba su escucha en las armonías singulares, mostrándolas con particular gusto. De la misma manera que lo hacia en El Polo. En esta segunda pieza encontró resonancias y perfiles muy especiales, y un característico e irregular ritmo de danza, exhibiendo un auténtico control del discurso y del lenguaje. Y el conocido reto de la Iberia, Lavapiés, fue un verdadero desafío superado para la pianista. Pese a su dificultad técnica y expresiva, supo transmitir un discurso muy coherente y claro de esta pieza tan compleja. 

El concierto finalizó con los Tres movimientos de Petrushka de Igor Stravinsky. Del ballet de 1911, el compositor ruso compuso esta versión para piano solo donde recuerda la idiosincrasia y momentos relevantes e inconfundibles de la historia de Petrushka, la marioneta viviente. Trémolos, glissandos y saltos por doquier; escalas con acordes, polirritmias terroríficas y otros recursos que hacen de esta obra un “Piano orquesta”. Beatrice expuso un auténtico dominio de la obra y de los recursos técnicos que se requieren, dejando claro un plausible potencial imaginativo e artístico. 

De bis regaló el Preludio no.13 en Fa# Mayor, op 28, de Fréderic Chopin y la Gigue de la 1a Partita BWV 825 de J.S. Bach. 

palaumusica.cat

Volver arriba