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Vida, Muerte Y Transfiguración

Vida, muerte y transfiguración

By JOSUÈ BLANCO     FEB. 17, 2019

Vida, muerte y transfiguración, estos tres elementos conexionaban el concierto de este fin de semana de la OBC, dos de los poemas sinfónicos mas representativos de la producción de Richard Strauss, como son: Muerte y transfiguración, y Vida de héroe, se fusionaron con una de las obras más recientes de Peter Eötvös Alle vittime senza nome, un lamento sobre los miles de inmigrantes que sufren el triste destino del exilio y la muerte en el Mediterráneo; todo ello con la intención de crear un concierto dedicado a las personas refugiadas, uniendo a l’Auditori y a Open Arms en esta iniciativa solidaria.

Richard Strauss es uno de los claros referentes del poema sinfónico, su amplio abanico en este registro muestran su comodidad con este género y la capacidad de expresar con música tantos diferentes temas. Muerte y Transfiguración y Una vida de héroe, comparten muchos elementos comunes: la visión del artista, una personal percepción de la vida del propio compositor, y como son las diferentes etapas hasta la misma muerte y la transformación idealizada tras este último paso; por otro lado también son comunes determinadas herramientas orquestales que muestran el dominio del compositor sobre una orquesta amplia, con especial detalle en el viento metal y la cuerda. 

En Muerte y transfiguración la intensidad del discurso musical se plasma en la orquesta desde el primer compás, una orquesta densa pero a la vez con marcados matices y contrastes delicados que explican ese último momento del artista en su lecho de muerte, y como los pensamientos de su vida pasan por su cabeza hasta llegar a su transfiguración, alcanzando la perfección anhelada.

Resulta curioso que un pensamiento tan elevado y con una visión tan clara de la muerte fuese escrita por un Strauss de tan solo 24 años, quien ya estaba encontrando su lenguaje tan propio y que lo llevarían a ser uno de los grandes compositores de la historia: un compositor abierto a las nuevas ideas de su tiempo pero con una clara visión de su música, que transita entre la claridad tonal y la ambigüedad cromática que hacen tan rico el lenguaje de Strauss. 

Contrastando con Strauss se presentó el estreno nacional de Alle vittime senza nome, obra del compositor húngaro Peter Eötvös, escrita como un homenaje a la memoria de los miles de inmigrantes que, movidos por su desesperación por llegar a Europa, han acabado en el fondo del Mediterráneo. Una homenaje que pretende que tomemos conciencia de la situación, compartiendo la visión de Open Arms, de denunciar esta situación anómala y sinsentido que continua sucediendo. 

La obra de Eötvös que recoge estas imágenes dramáticas y las transforma en música: tiernas melodías tocadas en instrumentos solistas que chocan con densas masas de sonido interpretadas por toda la orquesta. Destaca el uso del cuarteto de cuerda solista: haciendo tocar al concertino, al cabeza de sección de los violines segundo, la viola solista y el primer violoncelo, quienes cogen relieve por encima de la orquesta. El resultado final se resume en estas palabras de Eötvös: “Cuando me senté frente a la partitura final, tuve la impresión de que la estructura rítmica y el drama temático de la obra serían adecuados para la coreografía y tal vez se convertirían en el primer “réquiem” bailado en la historia de la música.”

En definitiva un cuadro sonoro que conmociona, lleno de colores y texturas, con un impresionante uso de la percusión.

El papel de Rafael Payare fue clave en una partitura compleja, de tal magnitud y contrastes. El joven director venezolano mostró su capacidad frente al reto de la obra de Eötvös.

El retorno de la media parte resultó algo caótico entre las entradas del concertino y la afinación de la orquesta y la entrada del director quien tuvo que hacer levantar a la orquesta, más allá de esto en esta segunda parte destacó el papel del concertino, Vlad Stanculeasa, quien se mostró siempre cómodo con una parte de violin solista tan impresionante como la que exige Una vida de héroe, quizá el más reconocido de todos los poemas sinfónicos del compositor, de nuevo volcando su vista en el ideal del artista, visto como el héroe, que se enfrenta a sus adversarios en batalla para finalmente salir victorioso y retirarse del mundo; una idealización también de su propia vida como artista que queda plasmada en esta titánica obra estructurada en 6 movimientos, interpretados seguidos, que plasman las diferentes facetas y partes de la epopeya del héroe, quien es representado con uno de los leitmotifs más conocidos de la producción de Strauss, una melodía que va apareciendo a lo largo de la obra y que enfoca al héroe por sobre la orquesta. A parte de este motivo destaca el tercer movimiento, donde Strauss expresa la idealización de la compañera del héroe, es aquí donde el concertino surge por encima de la orquesta, en una canción de amor hacia el amor del protagonista, haciendo brillar al concertino.

Cabe señalar que la conjunción de estas tres obras vertebró un sentido unitario del concierto, en referencia a unas temáticas conectadas, aunque con visiones diferentes y lenguajes distintos, que nos permiten ver las diferentes percepciones de los dos autores. Indicar también el trabajo de Payare, una buena nueva batuta que seguro nos dejará noticias interesantes en su carrera.

auditori.cat

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