ISRAEL DAVID MARTINEZ     MAY. 27, 2021 (© A. Bofill)

El pasado martes, 25 de mayo, el Cuarteto Casals volvió al Palau de la Música Catalana con un programa interesante y, afortunadamente, contrastante. La velada empezó con el “Cuarteto de cuerda nº 4, op. 20″ de J. Haydn, después interpretaron el Capricho y Fuga de las “Cuatro Piezas para cuarteto de cuerda , op. 81″ de F. Mendelssohn, a continuación se llegó al s.xx con los “Cinco movimientos para cuarteto de cuerda, op. 5″ de A. Webern y el concierto se cerró con el “Cuarteto de cuerda nº 11″ de D. Shostakóvich.

El Casals tiene por costumbre realizar lecturas sublimes, basadas en un análisis minucioso de las frases musicales así como de la afinación que sustenta el entramado armónico. El juego que da salir al escenario con dos tipos de arco –según el repertorio a interpretar– también les permite transmitir diferentes texturas y matices alternativos. Y, como no podía ser de otra manera, en este último concierto tampoco defraudaron. El Haydn fue de referencia, el Mendelssohn increíble y el Webern lo firmaría el propio autor. No obstante, por fin dejaron ver que son humanos y se percibieron algunas cuestiones a revisar o evaluar. La versión del cuarteto de Shostakóvich fue excesivamente bella, armónica y un tanto melosa. En ocasiones se tuvo la percepción que los acordes “sonreían”; eso nunca funciona en el compositor ruso. La obra pide a gritos que se aborde desde la rugosidad, desde el ruido –agresividad en los ataques– asociado a la disonancia. Otra cuestión que deben considerar es el sonido un tanto lejano, falto de presencia sonora, de las tesituras medias. El poco peso en la mano derecha no es, en ocasiones, la mejor baza.

Bastante público local en la sala, primer y segundo piso abiertos, y un bis que nunca olvidaremos : la Cavatina del Cuarteto de cuerda nº 13 , op. 130 de Beethoven. Brutal, increíble… como casi siempre.

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